Ambientada en la Buenos Aires de 1939, la novela recorre parte de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Desde sus calles y avenidas al expansivo subterráneo, pasando por el Jardín Botánico, el Zoológico, el Gran Rex y la confitería Odeón, Oyola describe un espacio familiar para el lector bajo un filtro blanco y negro que remite al pasado nostálgico del tango, pero también a las películas policiales de serie negra. La táctica de trasladar la acción al pasado nos remite a su primera novela, Siete & el Tigre Harapiento, cuya trama transcurre en el mismo lugar, pero en el crepúsculo del siglo XIX. Esto no impide que, en los personajes que estelarizan esta tramoya de gángsteres y empresarios corruptos, podamos reconocer elementos heterogéneos que integran ciertas aristas de la cultura popular: Peter Fox lo sabía (radioteatro famoso de mitad de siglo), los circos ambulantes y los freak shows, El sabueso de los Baskerville, las huelgas obreras, “Los crímenes de la calle Morgue”, el jazz, Mandinga, El exorcista y tantas otras historias más.
Los protagonistas difícilmente pueden jactarse de ser héroes tradicionales: un croto… digo… un atorrante que busca venganza por un compañero que resultó devorado por las sombras del inframundo y un ingeniero que se resiste estoicamente a las presiones políticas y económicas de continuar con la ampliación de las líneas del subte hasta que los reclamos sindicales sean atendidos por sus superiores. A esta dupla dispareja se le irán sumando otros aliados fugaces, como un cura mexicano y pistolero, un arrepentido y miedoso taxista del interior y un chino diestro y temerario que no sabe artes marciales (por favor, nada de caer en lugares comunes). Y, por supuesto, no hay que olvidar a la mascota, el Pichuco, un gato linyera al que le quedan varias vidas por perder.
A raíz de conformar esta precaria liga de marginales y desclasados (todavía no podemos hablar de descamisados) es que los muchachos (¿habrá alguna alusión a The Boys aquí?) deberán enfrentarse a dos enemigos bien opuestos: por un lado, un Cerbero del establishment ferroviario integrado por el Sr. Smith, Mr. Jones y el ingeniero Jacinto Bosco Herranz y, por el otro, al Dr. Francini, un ciruja que, como Salomón, adquirió un poder animal. La rivalidad y la enemistad que los vinculan a todos ellos están atravesadas por traumas y pérdidas del pasado que reflotan constantemente como un caño pinchado o una fosa séptica desbordada. Embarrados en la misma mierda, intentarán dilucidar un misterio que involucra varios crímenes evitables y sin relación lógica aparente.
Hacé que la noche venga nos habla de hombres sin dioses pero cargados de demonios, de rezos profesados al cielo para que nadie los oiga, de tiempos acelerados de prosperidad pausados por distintas tragedias, de una ciudad que no duerme porque le han robado sus párpados y de una canción tocada con instrumentos prestados. Así que sí, tocala otra vez, Leo, como sólo vos sabés hacerlo.
Oyola, Leonardo (2022), Hacé que la noche venga. Buenos Aires: Random House, pp. 248. ISBN: 978-987-769-243-3.
Ana Abregú.
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