METALITERATURA

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Entrevista a Emanuele Leonardi en el marco de las Jornadas Macedonio Fernández

4/5/2013 Entrevista

EMANUELE LEONARDI es Doctor en Lingue e Letterature Iberiche e Ibero-americane y profesor de Lingue e letterature ispano-americane en la Università degli Studi di Palermo (Italia).

Por:   Milanese Julia
 

Entrevista a Emanuele Leonardi en el marco de las Jornadas Macedonio Fernández

 

EMANUELE LEONARDI es Doctor en Lingue e Letterature Iberiche e Ibero-americane y profesor de Lingue e letterature ispano-americane en la Università degli Studi di Palermo (Italia). Ha escrito varios trabajos sobre Jorge Luis Borges, entre los cuales se destacan “Cuatro ensayos sobre Borges, la filosofía y la ciencia” ( 2008), “Borges: Libro-Mondo e Spazio-Tempo” (2010). Como profesor invitado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en colaboración con Marcelo Levinas, ha dictado los seminarios “La Literatura de Borges: escenario de los mayores enigmas filosóficos y de las ineludibles preguntas de la ciencia” y “Juegos filosóficos y enigmas científicos en la literatura de Borges”. Durante las Jornadas Macedonio Fernández, presentó una ponencia basada en su próximo trabajo: “Macedonio: percibidor abstracto del mundo”.

 

JM: Al comienzo de tu ponencia dijiste que sos más un lector que un estudioso de Macedonio, ¿Qué es ser lector de Macedonio en Italia?

EL: En Italia, por ejemplo, afuera del ambiente académico, Macedonio no es conocido, no editorialmente. Entonces, se puede encontrar en lo académico, pero es subvaluado en un cierto sentido, como escritor, pero mucho más valuado como  penser: como estímulo de pensamiento de otros, de la escritura de otros, como en el caso de Borges, Cortázar y todos ellos. Entonces mi lectura de Macedonio estaría haciendo un descubrimiento de Macedonio escritor, pensador sí, pero también escritor. Porque la densidad poética que hay en alguno de sus cuentos es tanta que me asombra que no se lo considere tanto como escritor, sino más el de las tertulias, el que hablaba y hacía como que los otros decían las cosas más inteligentes… Todo ese rol socrático que le daban me parece que está bien, pero hay algo más, hay mucho más: hay Macedonio escritor.

JM: Vos justamente recordaste lo que había dicho Borges: que la erudición para Macedonio…

EL: Era una forma de no pensar, una forma extraordinaria de no pensar y eso tiene que ver también con el concepto de intuición pura que tenía Macedonio. Esta forma de alejarse del yo, y de todo el yo construido en los años, en la escuela, la erudición, el estudio, todo eso; y ver el mundo con los ojos del  niño, de la infancia, que no quiere decir algo superficial, sino algo más primordial, como la mirada pura. Es una mirada pura que uno va perdiendo a lo largo de los años. Yo creo que esa mirada pura la tienen solo los genios, como pueden ser los grandes científicos, algunos literatos que son más alumbrados que otros, y que mantienen esa forma de mirar que no está corrompida por todas las estructuras, temporales, etc. Todo lo que nosotros vemos, lo vemos a través de algunas lentes que algunos construyeron para enseñarnos, y nosotros atravesamos el mundo con esas lentes. Pero, ¿qué pasa si sacamos la lente? Ponemos en duda todo. Y ese es justamente el rol de Macedonio.

JM: Para tu ponencia elegiste un cuento, cuando el lector desestructurado de Macedonio, supuestamente, es el lector salteado que se ve más en las novelas. ¿Por qué, entonces, un cuento?

EL: Porque no quería hablar solo del lector, quería hablar justamente de Macedonio escritor. Y cuando leí ese “Cirugía psíquica de extirpación”, me di cuenta de lo que estaba buscando, que era justamente lo que había en ese cuento, o sea, era un cuento ensayo, era un policial. Al mismo tiempo era un cuento de Macedonio, con miles de preguntas sobre el rol del escritor, del lector, de la metaliteratura. Entonces, era metaliterario y al mismo tiempo había como un centro del cuento que era esta elaboración de una visión pura y de cómo se llega, cuáles son las cosas que uno tiene que cortar para llegar a la visión pura. Y él lo hace describiendo un personaje, que es Cósimo Schmitz, al que le han sacado pasado y futuro. Está en un eterno presente que lo aleja de todos los demás y lo acerca más a una visión privilegiada que es justamente esta expresión de Borges: “percibidor abstracto del mundo”. ¿Cómo llega uno a ser percibidor abstracto, sino alejándose de todo lo que puede ser espacio temporal? O sea, si uno corta todo, no tiene pasado, no tiene futuro, no tiene miedo del futuro, tiene la capacidad de asombrarse con todo lo que le pasa en el presente. Eso es algo que decía también Borges, en varios poemas. Borges es profundamente macedoniano, obviamente, eso no lo descubro yo, pero no a nivel de escritura, sino a nivel de pensamiento. Es más profundo, como si fuera una presencia constante en él.

JM: Esa pérdida de la temporalidad, ¿intenta producirla Macedonio en su obra?

EL: Sí claro. Macedonio le pide al lector un esfuerzo de ese tipo, que no es poco esfuerzo. O sea, puede haber un lector macedoniano, pero normalmente es muy difícil leer a Macedonio, porque continuamente él juega con la literatura y pretende que el lector haga lo mismo, sacándose muchas de estas lentes que nosotros tenemos entre nosotros y el mundo. Él nos pide, como lectores, que nosotros lo leamos puros. Por eso es muy difícil leer a Macedonio, y gozar de la lectura de Macedonio. Salvo cuando uno se propone poner en discusión todo. Entonces sí puede ser, creo. Siempre voy a decir que creo.

JM: Respecto a la cuestión de los linajes de la literatura argentina que se habló hoy, donde aparecería Borges como padre y este padre ausente que sería Macedonio, ¿cuál es tu visión, desde otra tradición que no está inserta en nuestra percepción de ese linaje?

EL: Pensemos desde una perspectiva de la literatura italiana, como puede ser citar a Ítalo Calvino, por ejemplo. Ítalo Calvino es gran lector de Borges, gran adorador, lector y apasionado pensador borgeano  y él veía en Borges muchos rasgos de una literatura que él, Calvino, definía como una línea, la de Galileo – Ariosto – Leopardi, una de las líneas de la literatura italiana. Creo que Calvino, no sé si lo leyó a Macedonio, seguro hubiera encontrado los rasgos que más le atrajeron en Borges, en Macedonio también. A nivel de pensamiento, Macedonio es mucho más borgeano que Borges, en alguna forma. Entonces la perspectiva es esta, no limitarse a estudiar Macedonio como un maestro de Borges sino ver todo lo macedoniano que hay, pero no como influencia de escritura, sino como presencia imprescindible, constante, en la obra de Borges. Y sobre todo ponerse a estudiar verdaderamente a Macedonio, leer Macedonio, que es algo que uno dice: “hay que leer Macedonio”, pero no es tan común. No lo hacen acá, imaginate en Italia.