METALITERATURA

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Jornadas literarias en MALBA Rodolfo Walsh 2017

11/29/2017 Interesante

Durante dos días se desarrollaron las Jornadas de literatura en MALBA, este año dedicado a Rodolfo Walsh. Aquí se encuentran videos, y fotos de dicho encuentro.

MALBA 2017, 22 y 23 de Noviembre.

Por:   Ferro Roberto
 

El legado I

El legado de Rodolfo Walsh II

Durante muchos años, los lectores que se acercaban a los viejos archivos de la Biblioteca Nacional en la calle México debían revisar fichas de cartulina marcadas por el uso y el paso de los años, escritas con letra magistral inglesa que evocaba  un trazo artesanal. Las que correspondían a Walsh, Rodolfo Jorge, exhibían, más que ocultaban, la ausencia de sus obras más conocidas. Cuando en algunos casos estaba la ficha, la papeleta de pedido regresaba con una respuesta lacónica: "no está en los estantes". De todos modos, había muchas más ordenadas bajo ese rubro. Se podían, se pueden aún encontrar: Walsh, Rodolfo, Jorge. Traductor: Young, Cliff. El dibujo del vestido de pies a cabeza, Buenos Aires, Hachette, 1952; Marshall, Daniel. El dibujo de la cabeza en el arte comercial, Hachette, Buenos Aires, 1951; Woolrich, Cornell. La novia vestía de negro, Buenos Aires, Hachette, 1948; la lista es extensa, los que censuraron o desaparecieron o depredaron sus textos desnudaban así su imbecilidad, su descomunal torpeza, dejaron intacto, seguramente porque lo consideraron inofensivo, el rasgo que acaso mejor define a Rodolfo Walsh: era un lector, un atento y riguroso lector que interviene constantemente en lo que lee; su escritura siempre tuvo esa impronta, que en el sentido más amplio de la palabra se puede designar como el rastro de un  traductor.

Rodolfo Walsh se inscribe en el campo intelectual recorriendo todas las posiciones, desde las más periféricas a las más centrales; a mediados de la década del 40, se inicia en la editorial Hachette como corrector de pruebas:

El fin de la lectura de pruebas es descubrir las erratas, las faltas de construcción, las deficiencias de traducción. Eso obliga a una lectura atenta, silabeada. En la lectura corriente no se leen las palabras completas, sílaba por sílaba, letra por letra. En la corrección de pruebas sí... dice Daniel Hernández, personaje de su cuento "La aventura de las pruebas de imprenta", invención literaria y alter-ego más allá de la ficción.

Con el correr de los años, fue traductor, en el sentido lato del término, lo que le permitió trabajar en la cocina de los grandes maestros del género de enigma; también fue antólogo: Diez Cuentos Policiales Argentinos, de 1953, y  Antología del cuento extraño, de 1956, despliegan su talento de lector que no sólo compila textos diversos en torno de un tema sino que los trama enlazándolos en una red que está mucho más allá del lugar común que satura el título.

En los magazines populares en los que comenzó su actividad periodística   hizo adaptaciones y condensaciones de obras de gran circulación en el extranjero. Más tarde, cuando en Cuba fue uno de los iniciadores de Prensa Latina, ejerció su oficio más secreto, el de criptógrafo, develando la información secreta de la invasión a Bahía de los Cochinos.

 

Ese rasgo que los depredadores no pudieron percibir es la marca distintiva por la que pretendo acercarme a su escritura; si nos pusiéramos un paso más allá de las disquisiciones genéricas, en otros casos necesarias para la reflexión sobre sus textos, y la pensáramos como un todo en el que la diversidad tiene huellas que le otorgan una entidad inconfundible, sería lícito afirmar que esas huellas, que son las que distinguen su escritura, pueden ser leídas como un gesto incorruptible de comprensión histórica. La escritura de Rodolfo Walsh se  nos aparece como un espacio en el que se traman de modo indiscernible los registros discursivos y la sociedad que los produce, en el cuerpo de la letra  se confabulan la inevitable efectividad de los hechos y la utopía de la transformación social. Entre la libertad y la memoria, su escritura es sobre toda disquisición una elección ética.

La escritura es sólo un instante, exige la insistencia de la mirada para no desaparecer,  la escritura demanda la solidaridad de la lectura; por eso  los diligentes cómplices de los asesinos, no repararon en el Walsh lector, el que vuelve una y otra vez sobre los hechos para entenderlos, para asediar la verdad, el Walsh que revisa sus textos para insertar su lectura, siempre otra, para reescribirlos;  los censores  habían  ignorado al Walsh lector, el que descifra  y escribe trastornado lo que lee, el que traduce.

Ellos han sido tenazmente brutales, tanto que las palabras disminuyen su estatura cuando es preciso nombrar su inventario; quizás sólo quede un desvío retórico como recurso designativo, la comparación: fueron tan brutales como imbéciles; por eso conjeturaron que el más inofensivo de los Walsh que ellos pretendían expurgar era el traductor.

Ese traductor es el que hace un aporte decisivo a la conciencia política de las generaciones de lectores que se confabularon con su escritura; una escritura cuya gestualidad dominante es comunicar  aquello que ha permanecido obliterado, no dicho,  y que Walsh traduce, trasformando  la impunidad en denuncia de modo tal que en ese traslado no se pierda nada sino que se recupere lo borrado con mayor fuerza que las que ponen en juego voluntades implicadas en el olvido. El escritor Rodolfo Walsh ha sido capaz de traducir experiencias que no le pertenecieron a tal punto que sus textos son cifra de series históricas más que revelaciones sobre determinados hechos puntuales.

Walsh escruta en la intrincada red de los procesos sociales con la convicción de que la divulgación de una noticia es el mejor modo de proteger al denunciante; con  férrea tenacidad para enfrentar las barreras que se levantan para impedir la publicación de cualquier tipo de información que afecte seriamente a los mecanismos del poder dominante y, lo más importante, eligiendo la perspectiva de las víctimas como punto de partida de la investigación: Livraga y los fusilados de José León Suárez en Operación Masacre, los muertos y los torturados de "La secta de la picana" y "La secta del gatillo alegre en el periódico CGT, Blajakis, Salazar y García en ¿Quién mató a Rosendo?, su hija  en "Carta a Vicki", el país todo en ANCLA, la cadena informativa y en la "Carta abierta a la Junta Militar". Aislar uno de esos momentos para pensarlos como una forma de estética supone separarlo del recorrido que los integra y los hace inteligibles. Antes que una estética de cualquier orden, hay una ética de solidaridad histórica que se impone en la investigación de sucesos borrados, tachados de la memoria colectiva; la marca de Walsh es la politización extrema de la investigación: el enigma está en la sociedad y no es otra cosa que una mentira deliberada que es preciso desvelar con evidencias. Pero ese saber que desvela no será nunca pensado por Walsh como definitivo, nunca será "la verdad", cada caso quedará abierto, y sobre él habrá que volver insistentemente.

Los géneros literarios dependen menos de los textos que del modo en que son leídos, la sentencia borgeana aparece aún más inapelable ante la escritura de Walsh. Algunos de sus textos exhiben desaforadamente el encuentro, el pasaje y la confrontación de dos formaciones discursivas diferentes: la literatura y la política, que se traman y entrelazan desde su inscripción primera: la práctica periodística, que legitima y propaga su contacto. Pero lo que distingue a Operación Masacre, Caso Satanowsky y ¿Quién mató a Rosendo? es un gesto de perpetuo inacabamiento, de obras en constante reformulación, en cada caso las transformaciones que se despliegan permiten rastrear los diferentes modos de lectura que proponen y las condiciones a partir de los cuales fueron producidos.

El fusilamiento de un grupo de civiles en una madrugada  fría de junio de 1956 en un basural de José León Suárez; la ejecución en pleno día y en el centro de Buenos Aires de un prestigioso abogado en junio de 1957; el asesinato por la espalda de un dirigente gremial en medio de una refriega en Avellaneda en mayo de 1966, fueron en todos los casos acontecimientos marginales para los discursos dominantes que procesaban la información pública, que hubieran quedado relegados a la oscuridad o el silencio, condenados al  olvido; Rodolfo Walsh fue capaz de interpretar su dimensión política e histórica y de traducirlos como cifras emblemáticas de procesos en los que es posible rastrear las grandes crisis de la Argentina contemporánea.

La escritura de Rodolfo Walsh parece estar movida por el sueño secreto de un cartógrafo lúcido y tenaz, que convencido de la inestabilidad del sentido del trazo no concibió su empresa como un sueño individual, sino como un proyecto que se propone provocar en los lectores movimientos incesantes de perpetua inquietud. La obstinación en recortar el sentido de su escritura centrando las interpretaciones críticas en las circunstancias políticas que refiere tiene un lastre que he buscado conjurar: el olvido de las relaciones que el conjunto de sus textos va tramando con los discursos constitutivos de la literatura, la antropología, el periodismo, la historia.

            La dimensión de su obra en el conjunto de los discursos que configuran la literatura, el testimonio y el periodismo, es ya responsabilidad y competencia de los lectores. Leer la escritura de Walsh como un texto plural, es explorar inquisitivamente la historicidad de sus múltiples lecturas, no reducirlo, no dejarlo quieto.

            Si bien es indiscutible la concepción de que son los lectores quienes inscriben los textos en los géneros, la plasticidad y la dimensión significativa de la escritura es la instancia primordial que promueve la multiplicidad y la complejidad de esas lecturas. Su obra es un yacimiento inagotable al que el ojo que lee puede regresar una y otra vez, sin la amenaza de quedar atrapado en ese desierto tan poblado de los estereotipos.

En el prólogo de 1957 a la primera edición de Operación Masacre dice: Escribí este libro para que fuese publicado, para que actuara, no para que se incorpore al vasto número de ensoñaciones de los ideólogos. El imperativo que asume como propio es ético: una búsqueda indeclinable de justicia. En los diversos proyectos políticosociales en los que se participó en los años siguientes sus acciones tuvieron ese mismo denominador ético: jugarlo todo para alcanzar finalmente un día de justicia verdaderamente igualitaria para todos. Los que rastreamos la obra de Walsh tratando de rescatar su legado no podemos olvidar o desvirtuar ese gesto que marca a su textualidad y a sus lectores de modo indeleble.

Buenos Aires, Coghlan, noviembre de 2017.

Las fotos del encuentro pueden verse aquí:

Día 1: 

https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10155198575468861.1073741964.647548860&type=1&l=b45b0301c9

Día 2:

https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10155201036313861.1073741965.647548860&type=1&l=4001ace5d9

Videos: 

Día 1:

Presentación de las Jornadas Walsh. Silvana López.

Noé Jitrik: El presente de Rodolfo Walsh. Palabras de apertura

https://youtu.be/YgHF3xpzgaI

Tras las huellas del Caso Walsh. Conversatorio
            Juan José Delaney: “Rudy Walsh le escribe al amigo americano”

            Osvaldo Aguirre: “Les presentamos a Rodolfo Jorge Walsh. Entrevistas (1954- 1974)”. 

            Coordina: Jorge Lafforgue.

https://youtu.be/Fe6vW_Hi9uI

Entre Walsh y la literatura
            Aníbal Jarkowski: “Algunas conjeturas acerca de Ese Hombre”

            Roberto Ferro: “El oficio del escritor”

            Coordina: María Claudia Otsubo.

https://youtu.be/HS5JGq3wZ-k 

https://youtu.be/-3xFixnvzgw

(Roberto Ferro, Doctor en Letras, director de la Revista Metaliteratura)

Lectores y lecturas de Walsh
            Ezequiel De Rosso: “Walsh con Watson”
            Diego Peller: “Walsh con Masotta”
            Coordina: Laura Rotundo.

https://youtu.be/7NuUpopj9xU 

 

El periodismo, su oficio más terrestre. Conversatorio
            Cristina Iglesia: “Entorno de las crónicas de Walsh en El país del río

            Tununa Mercado: “Acerca de la práctica periodística de Rodolfo Walsh”

            Coordina: Roberto Ferro

https://youtu.be/vIPqwoeU0jQ 

Día 2:

Proyección de la película P4R + Operación Walsh

Diálogo con el director Gustavo Gordillo

            Coordinan Silvana López y Roberto Ferro

https://youtu.be/ZsWDizutHkQ

He sido traído y llevado por los tiempos
            Eduardo Jozami: “Literatura y militancia política: las tensiones que Walsh no pudo resolver”

Sylvia Saytta: “El provisorio epílogo”

Coordina: Denise Pascuzzo

https://youtu.be/8n27SGx7JTY

Cierre de las Jornadas. Conferencia
             Roberto Ferro: “El legado de Rodolfo Walsh”

(El texto que acompaña esta publicación, son las palabras del cierre de las Jornadas por Roberto Ferro)

Organizadas por Instituto de literatura hispanoamericana (UBA)

Comité de Dirección

Noé Jitrik, Roberto Ferro, Silvana López

Colaboradores

María Claudia Otsubo, Denise Pascuzzo, Laura Rotundo

 

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Ana Abregú.

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