METALITERATURA

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Gombrowicz y/en la literatura argentina

4/25/2008 Interesante
Loris Tassi (Università degli studi di Napoli “L’Orientale”) En Respiración artificial, la primera novela de Ricardo Piglia, publicada en 1980, se puede leer una paradójica defensa del fracaso hecha por un original desterrado polaco, narrador de cuentos aficionado al ajedrez y a la filosofía:
Por:   Tassi Loris
 
Loris Tassi (Università degli studi di Napoli “L’Orientale”) En Respiración artificial, la primera novela de Ricardo Piglia, publicada en 1980, se puede leer una paradójica defensa del fracaso hecha por un original desterrado polaco, narrador de cuentos aficionado al ajedrez y a la filosofía: ¿Qué es, dijo, un fracasado? Un hombre que no tiene quizás todos los dones, pero sí muchos, incluso bastante más que los comunes en ciertos hombres de éxito. Tiene esos dones, dijo, y no los explota. Los destruye. De modo, dijo, que en realidad destruye su vida. Debo confesar, dijo Tardewski, que me fascinaban. Todos esos fracasados que circulan especialmente en los alrededores de los ambientes intelectuales, siempre con proyectos y libros por escribir, lo fascinaban, dijo. Hay muchos, dijo, en todos lados, pero algunos de ellos son hombres muy interesantes, sobre todo cuando han empezado a envejecer y se conocen bien a sí mismos. Yo acudía a ellos, dijo, en aquellos años de mi juventud, como uno se acerca a los sabios. [...].Tenían para mí un encanto demoníaco. Estaba convencido de que esos individuos eran los que ejercían, dijo, la verdadera función de conocimiento que siempre es destructiva (155-158). Como el delirante Sebregondi de Osvaldo Lamborghini, Tardewski, teorizador y víctima de la función de conocimiento de la derrota, se inspira en y homenajea al escritor y al personaje Witold Gombrowicz (1904-1969). Escarnecido por Borges, Bioy Casares, Ungaretti y Pasolini (obviamente las razones eran distintas), admirado por Kundera, Milosz, Calvino, Vila-Matas, Aira, Pitol (los catálogos son necesariamente inacabados), el molesto autor polaco ha sido constantemente revalorizado en los últimos años por acérrimos partidarios: Piglia, por ejemplo, lo considera el mejor escritor argentino del siglo XX. Pero, ¿quién era el “conde” Gombrowicz? Volvamos atrás: Polonia, después de la primera guerra mundial. Híbrido entre (palabra clave en Gombrowicz)1 el Occidente y el Oriente, entre Rusia y Roma, ni fuerte ni débil, Polonia, dice Gombrowicz, vive una existencia que no es auténtica, es un país inmaduro que se engaña fingiendo ser maduro. El polaco no puede ser europeo y no puede ser hombre, precisamente porque su “polonidad” es excesiva. Y la literatura repite y exalta las debilidades del país. Contra este agobiante clima de irrealidad se produce el desconcertante estreno artístico de un abogado que escribe para “desaburrirse”, para utilizar una palabra arltiana. Y el aburrimiento en Gombrowicz, así como en Arlt o en Onetti, es fundamental para el funcionamiento de la máquina ficcional. El aburrimiento es más peligroso que el miedo o la desesperación y suelen ser muy raras las ideas que puede 1 Hablando de sus comienzos, el escritor cuenta: “No estaba en condiciones de hacer otra cosa que parodia. La parodia de la realidad y del arte. [...] La sensación de irrealidad no me abandonaba, me hallaba siempre ‘entre’ y nunca ‘dentro’, era como una sombra, una quimera” (Testamento 43). tener el hastiado: una liberación del género humano por la mentira (por la ficción: Los siete locos), la invención de una ciudad (La vida breve), la esperanza de que las cosas sean signos, las asociaciones símbolos y el caos pueda ser redimido en Cosmos. O, por lo menos, organizado, hechizado en una Opereta. Después de la publicación del primer libro, la colección de cuentos Memorias del tiempo de la inmadurez (1933), nuestro autor es acusado de megalomanía, oscuridad, inmadurez, inmoralidad, obscenidad y estupidez (todos temas principales de su obra futura). El abogado nunca hubiera podido ser un principe del foro (“No lograba distinguir a los jueces de los asesinos y estrechaba la mano de los asesinos” (Autobiografía 10)), a lo mejor es esta la razón que lo empuja a abandonar el derecho... por su contrario, es decir, por la literatura. Que no es el descubrimiento de Dios sino de Satanás, escribirá Gombrowicz en su Diario muchos años después. Silvio Astier, protagonista escritor del libro de memorias El juguete rabioso, estaría de acuerdo. BAJAR EL ARCHIVO CON EL ARTCIULO COMPLETO!!
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