Puedo tocar la espera
que se viste de eterna en la costura
de la sombra que nos une y nos separa,
con este nudo acobardado de silencios.
Allí, donde distancias se miden por el eco
se nos rompe la noche entre las manos
aterida de valses sin violines.
Apoyada la espalda en el revés de la nostalgia,
bebo del cuenco de tus líneas que me acercan
disfrazados picos de palomas aburridas,
que no entienden de horizontes
confluyendo en la magia de alfabetos.
Tiemblo, me escondo, vierto mi voz en toneles de vid
para añejar locuras juveniles.
Tiemblas, sigues mis huellas, me muestras tus barajas con ingenio,
matas callado los murmullos maliciosos
ignorantes de musas que agonizan en brazos de la infamia.
Y en una lucha despareja, por este devenir que nos sofoca,
vamos gastando días
hambrientos de ternuras que nos queman
sin saber como bajar la luna,
que nos juzga cobardes
por maniatar la puerta encadenada de palabras.
© Silsh |