De la intensidad |
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Promediando las Jornadas, se habló de la intensidad. Esa palabra, tal vez, fue la mejor dicha para definir lo que estaba ocurriendo. Pensando en ello, en su aparición alumbradora para este encuentro, como un explorador que se plantea que por algún lado hay que empezar, busqué su origen etimológico. Es en el latín donde se encuentra la raíz de la palabra intensidad. Copio: “…es fruto de la suma o unión de tres partículas claramente diferenciadas: el prefijo ‘in’ que equivale a ‘hacia dentro’, el vocablo ‘tensus’ que es sinónimo de ‘extendido’ y finalmente el sufijo ‘dad’ que significa ‘cualidad’”[1]. Debía navegar entonces por esa triple corriente (hacia dentro, extendido y de la cualidad). Iniciando con la pregunta, ¿cuándo surge el ‘hacia dentro’? En primer lugar, con el gesto: la convocatoria a reunirnos para hablar, para escuchar hablar, sobre la obra de Julio Cortázar. La cita, la biblioteca del MALBA. Una lluvia sostenida, el primer día, me recordó el “El aplastamiento de las gotas”[2]. Casi creí que lo escuchaba (su voz es inconfundible) en mi camino hacia las Jornadas. Enseguida, la apertura –a cargo de Noé Jitrik y Roberto Ferro–; luego la primera mirada que aportó Mario Goloboff. Ambos momentos condensaron de inmediato ese ‘hacia dentro’ que, contrastaba tan fantásticamente con un afuera de gotas que brotan en el marco y ahí mismo se tiran. Ese trayecto, retratando perfiles, modos de lectura de un Cortázar vigente, se continuó en la mesa a cargo de Florencia Abbate y Alejandra Torres (cómo lamentamos la ausencia de Sylvia Saitta); y la continuidad de un pasaje, de un puente abierto para ir hacia esos otros lugares donde nos puede llevar la lectura de la obra de JC. Ir hacia otros lugares, pero siempre desde este hacia dentro, lo que brinda el primer atisbo para la palabra, luego pronunciada: intensidad. Una travesía sobre su biografía y sobre su vasta obra (que trasciende por mucho las conocidas) se condensa en el libro que presentaron, a continuación, Lucio Aquilante y Federico Barea. Un libro que tengo aquí, al costado de mi computadora mientras escribo y que de tanto en tanto, acaricio. Una Bio-Bibliografía esencial. Un texto diseñado y editado con la pasión (bienvenida locura) y el esmero de estos dos bibliófilos, y que conjuga y continua lo tan claramente planteado unos minutos antes por Alejandra Torres, esa íntima relación entre Julio Cortázar y la visualidad. Faltaba aún una mesa, pero hubo tiempo para un breve descanso. Algunos fueron por un café; otros simplemente constatamos que afuera, por fin, había dejado de llover. Adiós gotas. Adiós, creo que alcancé a oír mientras pensaba en esto de que nos íbamos adentrando en el bien adentro; aunque todavía no se había pronunciado, la intensidad era ya un balbuceo. Creo que fue con Luis Gusmán, y una conversación luego de su lectura que se prolongó esquivando la hora del cierre, cuando se produce eso definitivo y profundo. Por eso, se demoró el final, como cuando se demora desde el placer un regreso, extendiendo el instante. Tempus instans. El instante y la intensidad. Tal vez agregaría a todo esto Cortazár: pensemos que a un escritor no se le juzga solamente por el tema de sus cuentos o sus novelas, sino por su presencia viva en el seno de la colectividad, por el hecho de que el compromiso total de su persona garantía indesmentible de la verdad y de la necesidad de su obra, por más ajena que ésta pueda parecer a las circunstancias del momento. Pero esto lo está diciendo anticipándose, como si de antemano ya supiera de qué tratará el segundo encuentro. [1] Definición de intensidad (https://definicion.de/intensidad/) [2] En Historias de Cronopios y de famas.
Ver Videos del primer día: A la Deriva Lucio Aquilanti, "Julio Cortázar en imágenes y palabras. Aspectos desconocidos de su vida y su obra"
Federico Barea, "Boxear con las sombras, Cortázar y los escritores argentinos"
Luis Gusmán, "Cortázar citado"
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