METALITERATURA

Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes 2021.



Desde ángulos imposibles

7/17/2024 Improbables

Sobre Las razones de la sal de Ana Abregú

El amor y la lectura son una comunión desmesurada donde el comienzo es el de la vida, de la historia, de las luces y las sombras, del irreconciliable contacto entre dos para funcionar juntos de alguna manera. Dos personas, dos textualidades, dos libros.

 
Por:   Rotundo Laura

Una de cada una. Ninguna y tal. Abrir un libro, sentir una caricia, abismar un deseo, conjurar lo real intrincado en secuencias conocidas de resistencia y banalidad, perder el miedo a pensar que a veces no es necesaria la parafernalia ciudadana y cordial para que las cosas signifiquen algo distinto a lo de siempre, a cómo miramos, a cómo deberíamos mirar. Una sensibilidad que conjuga el diálogo y las relaciones como modo de articular imaginarios y textos, esa es una de las claves más intensas de esta novela que amalgama los modos de ser en el mundo con los mundos posibles de las ficciones, sus combinaciones y apariciones, sus modos de emparejarse con lo cotidiano e ir enramándose en un devenir otro que los contenga y los haga fluir.

La rubia se llama la rubia, pero no responde al estereotipo duplicado que detenta. No es, como diría el rock de la banda Sumo a mediados de los 80 “la rubia tarada”, ni tampoco la Barbie rubia que, en los años 60, revolucionó el mercado del juguete para inmortalizar una forma y un cuerpo de mujer que sería el calvario de las de carne y hueso, el deseo irrefrenable de lo imposible, una bandera condenada, una prisión infernal de dolor y deseo insatisfecho eternamente… el capitalismo. La mujer que aparece con esa caracterización -casi insultante para algunos, necesaria y deseada para otros- en la ficción y ante el lector, no es más que una persona que intenta vivir y leer, ser vista como quien es y no como quien parece ser pero en sentido contrario: es la linda, estereotipo de mujer, que quiere ser valorada por su intelecto y no por su figura y ahí también la sociedad falla. La condena es múltiple y ambidiestra. La clave es siempre una belleza externa y apocada, Es juzgada como sencilla, por “las rubias no piensan”; es una simple “lectora de romances” para el vendedor que la atiende en la librería y es tratada como la sin nombre por un narrador/e como dando a entender que esa característica es más significativa para ella que su identidad. La identifican por lo que la sociedad selecciona en las personas como característica fundamental: su aspecto físico. Pero la rubia no es la única que detenta una figura que desconecta con su intención, su compañero responde también al modelo que eclipsa la atención. Ambos quedan atrapados en la poesía de su encanto exterior, la novela va a develar otras notas de sus personalidades plagadas de otros versos.

A esa lectura (h)errada de sus imágenes se contrapone la sensibilidad de su lectura literaria, la forma en que conecta sus vidas entre sí y con ellos mismos. Pensar el leer como un signo, un destello, un modo de vivir, casi una premonición es una de las hebras que se desgajan al entrever las lecturas posibles e imposibles que conminan la vida de la rubia y el moro a una simplicidad abyecta entre el placer y la displicencia, el tedio y la pasión. Es ella quien no pierde oportunidad de dar cuenta de que la escritura es quien la convierte en ella misma y quien la condena.  Leer y amar, esperar y engendrar, pasión y pulsión. Mientras Ulises amenaza con mostrar los vórtices de lo infinito, lo ilegible, lo indescifrable; Viñas recupera los movimientos y percibe lo real con el sólo pálpito de su animalidad agazapada. Los personajes tergiversados en nombres abundan en la novela y ponen a jugar, intrincadamente, las ideas de intelectualidad, identidad y lectura de la vida y de la literatura.

De manera lúcida y meciendo al lector en un devaneo que imanta la pasión del cuerpo con la pasión del libro, que exaspera el cuerpo del texto que se entrelaza y danza con los cuerpos que intentan asirlo, condenarlo, reposar en él sus intentos inacabados de clasificar lo diverso. Queda el rastro del abismo de un cuerpo que intenta vivir el amor y la lectura como partidas simultáneas que se combinan y comparten una con otra. Traducir un texto, traducir las acciones de las personas, traducir las intenciones de los otros. Un vivir entre lecturas que pone al lector en situación de doble estado de alerta: leer las acciones y sus palabras, leer los textos que leen, atender los textos que nombran, pensar la incidencia de los textos en sus cuerpos y sus acciones, en sus lecturas y nombre. Tejer una trama intertextual y emotiva, delicada, activa y apasionada. De manera aguda y jugando con los tiempos de la lectura y del amor, la novela avanza dinámica e invita a imaginar más de lo que dice, a pensar en lo que sugiere, a conocer lo que nombra, a devenir texto y amor.

 





Ana Abregú.

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Literatura latinoamericana

Estudiante de Letras en la UBA. Profesora de Lengua y Literatura en secundarios y en el Instituto de Formación docente N59 de General Madariaga. En Madariaga, coordina un espacio cultural que incluye biblioteca y taller literario