METALITERATURA

Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes 2021.



Cocinando con Elisa de Lucía Laragione por Ana Abregú

9/23/2024 En escena

La guerra de clases nunca termina, los amos nunca ceden.

 

Noam Chomsky

Son los de abajo. El servicio de cocina se encuentra en el sótano de una mansión, Nicole (Gabriela Villalonga) declara que se tomará vacaciones. Aparentemente por esa razón, la señora contrata a Elisa (Luciana Procaccini) –sin su opinión–, se establece un paralelo que se da en el discurso de Nicole, sobre la vida de los arriba, que ella personifica en el trato, estableciendo la verticalidad doméstica usual de principios del siglo XX.

 

 
Por:   Abregú Ana

Hay una condición aristotélica, que trata la autoridad otorgada por la función que los demás miembros reconocen como legítima, de manera que la posibilidad de mando se fundamenta en esa condición valorativa: el saber; para el caso de la obra, fundamento de superioridad que quiere establecer Nicole, construyendo su propia importancia por sobre las decisiones de la aristócrata dueña de la mansión.

Nicole sabe elaborar platos franceses, pronuncia sus nombres en francés y usa el lenguaje extranjero para instaurar niveles de poderío. Construcción por la que debe esforzarse, porque ante el ignorante la valía de lo que Nicole exhibe para dominarla es de pobre impacto. Elisa lleva la ventaja de la dulzura, la juventud, la disposición, Nicole se tendrá que tomar mucho trabajo para desarmar eso y lo intentará.

El poder que se ejerce, no es el que se posee, sino el que se ejecuta, valiéndose de posturas con diferentes máscaras: la ropa, los guantes de señora–en la cocina–, la actitud permanente de suspender la palabra de Elisa, el avanzar sobre su espacio físico, hacer retroceder a Elisa, apelar a descripciones sobre la comida que producen rechazo, órganos, sangre, destripamientos: asuntos de la cuisine francaise; el regodeo específico de aquellos platos que en la gastronomía francesa se degustan, pero mejor no saber en detalle cómo se prepara, que horroriza a Elisa; una forma de tortura sin contacto: la que no se puede evitar, entra por el oído y se instala en la imaginación sin atenuantes.

Elisa, ignorante, analfabeta, sufre el constante impacto de las palabras, como venablos, donde Nicole se continúa a sí misma queriendo quedar intacta: su irreemplazable presencia como cocinera. Hay algo de hegeliado en el proceder de Nicole, ya que si Elisa no aprende, ella no podría irse de “vacaciones”.

Hay en esta mera palabra algo que intercepta la época; las vacaciones se instauran en el año 1943, no era meramente una situación, era una declaración, con todas las consecuencias que afectarían a los aristócratas: el empleado tiene derechos. Se quedarían sin “los de abajo”; los de abajo no son solo los “inferiores”, son también el soporte de la casa. Mientras los de arriba tienen los derechos a que permanezcan allí, sembrándoles que lo más importante de la función en sus vidas es sostener a los de arriba, en Nicole, que ha estado desde niña en la casa y ha sido moldeada para no cuestionarlo, de repente, se le planta la “semilla”; piensa que tiene derecho a tomarse  vacaciones. Aunque es obvio que es una idea de la que no está muy convencida, es el huevo del cuco en el nido que le han construido desde niña: ella existe para que los señores sean felices, no ella.

Nicole –extraordinaria presencia actoral de Gabriela Villalonga, y astutas decisiones de la dirección de Mariana Giovine–, manifiesta la intención de las vacaciones en escenas que son extraordinarias: el tiempo se detiene, mira con intensidad a Elisa, se hace un silencio, hasta la luz se suspende; el público sabe que Nicole sabe que las “vacaciones”, son un discurso vacío, pero Nicole avanza sobre la repetición, quizás para imponerse a sí misma la posibilidad. La base de la repetición es la cultura de masas, ha penetrado una era de “derechos”, que no termina de aflorar en Nicole, concentrada en la palabra que repite como mantra: vacaciones; sin embargo, al maltratar a Elisa, humillarla, hacerle notar sus defectos es como si estuviera formando una excusa para lo que sabe que no podrá ser.

Nicole, más que tratar que Elisa la suplante actúa bajo la pulsión de apoderamiento que se manifiesta en las expresiones sádicas que le dan la circunstancias del saber, que ella apoya con remisiones al idioma extranjero, el Francés, nombres de cocineros franceses de famosas casas francesas, Nicole vive en estado de fantasías de grandeza que ella representa para Elisa, como una forma de trasmitir a la ignorante la “legibilidad de la vida”.

El escenario es maravilloso, los detalles de la cocina, enseres, comidas: tordos, cangrejos, pavos, caracoles, la parafernalia de la cocina francesa, con sus especies y avíos. El recinto hegeliano, cerrado, habilita la imposibilidad de un ámbito amable allí donde no hay una apertura a la luz, al aire puro; la vida “afuera” se espía por una ventana pequeña, desde el sótano donde está la cocina y se reproduce en las deducciones por los sonidos, disparos producto de la caza de animales del Señor de la casa.

Entre el comportamiento de los señores de arriba, y Nicole, se produce una metonimia, el señor caza jabalíes, que exhibirá como trofeos; Nicole reproduce esa acción con las ratas que se aplica a perseguir con veneno, y que exhibirá ante Elisa, su trofeo a escala; esta duplicación de conducta le hace saber al público cómo es la vida de los de arriba; perseguir, cazar, el regodeo perverso, la naturalización de la crueldad; dispositivos que permiten la verticalidad de la dominación.

Según Nietzche, la voluntad de poder es un instinto que predomina en la naturaleza como método de supervivencia, desde lo inorgánico hasta lo vivo necesita de este impulso si quiere existir; claro está, que la voluntad de poder no busca la felicidad, sino el poder.

Pero entra un factor dislocante: Elisa no ha aceptado el trabajo para ser cocinera, está ahí por otra razón, la probabilidad de imponer una voluntad en otra persona parte de la base que haya que vencer una resistencia y el saber de Nicole, su arma, se desvanece. Elisa presenta resistencias, pero por razones ajenas a la circunstancial presencia en la cocina; no está sometida al poder de Nicole como implícito; Elisa enfrentará ese poder, pero no por sí misma, ya que ella, está fuera de la circunstancia –está por una razón que Nicole desconoce–, sino que enfrentará a Nicole con Nicole misma; la réplica, Nicole-Nicole es casi el sustento de la obra, es para sí misma que construye el oponente, la rival, de repente estuvo queriendo imponer autoridad, sin tener la dominación.

No es posible dar cuenta del tremendo despliegue de estas actrices, acompañadas de un escenario (Alejandro Mateo) que forma parte del guion, sutilmente: en el medio del escenario, hay una escalinata que conduce hacia arriba, la entrada y salida de los personajes, al final de la escalera un foco potente,  que desde el espectador hará que se vea el perfil de los personajes; la sensación es que el arriba es muy arriba, y entrar a la cocina es muy abajo, esta magnificencia del efecto se reproduce en la caracterización de los personajes, el manierismo gestual de Nicole que impone el acento casi remedo entre modales señoriales y modales de réplica que suelen resultar artificiosos y aplicados en contexto inadecuado, para el caso Elisa ante una pobre analfabeta.

Nada he revelado sobre la verdadera trama de esta obra, que es imperdible, entretenida, voraz, implacable en significados.

Genial el paso del tiempo con el recurso desde la luz hacia el negro (Fernando Chacoma) y musicalización (Martín Pavlovsky).

Sentido homenaje y dedicación de la obra al querido Daniel Fanego. Con presencia de Luis Cardozo, actor de la obra que recomendé también en este medio: “Mr Martin”, que tampoco deben perderse; las une la excelente productora Claudia Quinteros.

La calidad magnetiza a sus componentes y forma equipos de teatro geniales, personas, salas, y extraordinarias puestas en escena.

 

 

 

Ficha técnico artística

Dramaturgia: Lucía Laragione

Actúan: Luciana Procaccini, Gabriela Villalonga

Diseño de vestuario: Alejandro Mateo

Diseño de escenografía: Alejandro Mateo

Música original: Martín Pavlovsky

Diseño De Iluminación: Fernando Chacoma

Fotografía: Gabriel Insaurralde

Diseño gráfico: Eduardo Cazaubon

Asistencia de dirección: Luis Cardozo, Juani Pascua

Prensa: Daniel Franco

Producción: Claudia Quinteros

Dirección: Mariana Giovine

Participaciones

Duración: 60 minutos

Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

 

 





Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

Ana Abregú, escritora, con formación en ingeniería electrónica trabaja como SEO posicionamiento y Community Manager, ha publicado novelas, poemarios, relatos, ensayos y crítica literaria. Editora y redactora de la revista Metaliteratura. (http://www.metaliteratura.com.ar), shop de libros editados: http://shop.metaliteratura.com.ar. Obras: Bitácora de escrituras, Recursos literarios, 2024, U (Crónicas junio 2023 – agosto 2023), crónicas, 2024; E (Crónicas enero 2023 – mayo 2023), crónicas, 2024; Ulises en su laberinto, ensayos, junio 2024; Las razones de la sal, novela, enero 2024; Venablos, poemario, 2023; A (Crónicas, agosto 2022, diciembre 2022), 2023; Errancias del ayés, relatos, 2023; Conversaciones con Žižek, relatos, 2023; Blogs para el posicionamiento, SEO posicionamiento, informática, 2022; O (crónicas 2022 – agosto 2022), 2022; Ignitos, relatos, 2022; Y (Crónicas, abril 2020 - febrero 2022), 2022; Teorema de la Lengua, poemario, 2022; Pentimentos. novela, 2022; Supay, novela, 2021; El Pallo Gelao, humor gráfico, 2021; Pareidolia, crítica literaria, 2021, Antí(eu)fon(í)as, poemario, 2021; Textorios, ensayos, 2021; Cíngulos, ensayos, 2021; Descontextos, ensayos, 2021; La mujer fingida, novela, 2020; Atrave(r)sar, poemario. 2020; Dédalo. novela. 2020; Ex criaturas. microrrelato, 2020; Señales del tacto, novela. 2020; Mover el punto, novela. 2019; El espejo deshabitado, novela. 2019; Paranoxia Dalí, novela, 2018; Adelaida Sharp en tu tiempo, novela, 2017. Se consiguen en Amazon.