Debates en torno de la literatura y de las prácticas artísticas en XI Orbis Tertius 2024
Silvana López
“Intervenciones estéticas: un arte de los restos” fue la propuesta del Simposio que Isabel Quintana y Silvana López coordinaron en el XI Congreso Internacional Orbis Tertius de la Universidad de La Plata.
Se dieron cita un conjunto de especialistas e investigadores con el fin de indagar un corpus literario y de prácticas artísticas que configuran un imaginario atravesado por espectros políticos- estéticos. Desde el punto de vista de una crítica literaria y cultural se retomó una inquietud que ya estaba presente en las vanguardias: plantear la relación entre praxis artística y producción del capital (hoy evanescente en la economía neoliberal), pero también pensar lo que queda como no asimilable al circuito de producción: esa restancia que no cesa, que se manifiesta permanentemente en el espacio público y en textualidades diversas (literatura, cine, intervenciones, performance, diseño, variaciones plásticas): cuerpos desechables, objetos obsoletos, memorias, basura, ruinas. Desde esa perspectiva, se trabajaron producciones interartísticas que exhiben la proliferación de los “retornos” que se resisten a ser procesados, lo no simbolizable que emerge como síntoma; la falla, la perturbación que es, como en la escena analítica, el material del que se nutren. En esa dirección, esas prácticas inauguran espacios a partir de los residuos, carcomen los imaginarios fundantes, revitalizan marginalidades, rearman devenires con otros cuerpos; trabajan con elementos dispersos en la periferia, hurgan en lo mínimo y lo precario. Con la provocación que generan la emergencia de activismos estéticos (y que interrogan dicha categoría) en las obras de artistas y escritores como los films de Patricio Guzmán o las intervenciones de Teresa Margolles que exponen otras memorias y corporalidades; la apropiación de la basura por parte de Vik Muniz para reproducir significantes imprevistos en producciones de la alta cultura; las escrituras de la precariedad, la insolencia de los entres, sus fluctuaciones y derivas en César Aira, Valeria Luiselli, Verónica Gerber Bicecci, Sergio Chejfec, entre otros, se leyeron críticamente los restos y retornos en torno a la idea de corte, desvío o discontinuidad que problematiza la noción de lo nuevo, también se consideraron las temporalidades y los espaciamientos que des-dibujan contigüidades, aquellos estallidos e interrupciones desjerarquizadoras en convivencias indiferenciadas y diaspóricas entre cuerpos, objetos, fluidos, libros, del mismo modo, los retornos de la noción de extrañamiento en el campo de la teoría y del arte que visibilizan críticamente la opacidad y el enrarecimiento del mundo.
En esa dirección, Rosalía Baltar de la Universidad de Mar del Plata, leyó “Márgenes del sentido de la mudanza: literatura, autobiografía y arte en la obra de Verónica Gerber Bicecci” en tanto la obra de esta artista visual se caracteriza por la
articulación entre imagen y escritura, y por la deriva de un producto artístico
en otro y los distintos planos en los que se produce (de un taller, a un mural, a una
narrativa, a una exposición, a una traducción, por ejemplo). En esa ocasión, Baltar analizó algunas de esas transformaciones (y acumulaciones residuales) en un corpus dominado por la intertextualidad imagen-palabra y los estallidos genéricos en la conformación de identidades literarias en el siglo XXI, señalando que los efectos de lectura son distintos en cada soporte que obligan a adoptar modalidades de lectura específicas, tanto físicas y materiales como emocionales, argumentales, intelectuales, movimientos que provocan modos de leer sesgados, que posibilitan “levantar la vista” en oportunidades muy diversas a un texto tradicional, incluso con ilustraciones. Una lectura que ingresa en la “era del antropoceno” como gran marco desde el cual se piensan, por hoy, las márgenes de los sentidos.
Isabel Quintana de la Universidad de Buenos Aires, en “Materia, cuerpo y desperdicios: un arte del desecho” desarrolló una problemática centrada en distintas figuras de los cuerpos, atravesadas por diferentes diagramas de lo temporal. A partir de los vestigios del tiempo que resuenan en el presente y se resignifican en la revitalización de los cuerpos también como desecho y resto observó cómo la literatura es un paisaje cifrado por las latencias del pasado que perviven en la escritura actual, preguntándose, tras la crisis ontológica y la pregunta por el ser, ¿qué es un cuerpo?, ¿cómo el cuerpo está atado a diferentes epistemes?, ¿cuáles son las condiciones de posibilidad que habilitan históricamente un discurso sobre el cuerpo? Si bien ha existido una zona de la filosofía y las ciencias naturales que desde el iluminismo abordaban el cuerpo en relación con lo perceptual, como plantea Francine Masiello (2018), en el siglo XX la fenomenología planteará una relación del cuerpo y el mundo a partir de una suspensión del fenómeno para dejar de lado nuestros a priori e ingresar al mundo desnudos de todo concepto. Foucault propone a su vez cómo en un nuevo régimen temporal las tecnologías del yo y la biopolítica producen las tensiones entre los procesos de subjetivación y desubjetivación, cuestión que ha sido central en los estudios literarios de las últimas décadas. Nancy postula que nada ha sido tan sobresignificado como el cuerpo y que se trata de encontrar esa masa hecha de fluidos, músculos, y sentidos para recuperar los cuerpos obturados por los signos y su despliegue temporal. Junto a Nancy, Rancière (2002) plantea un concepto que también será central: la noción de lo sensible que supone un cuestionamiento a las distribuciones de cuerpos y sensibilidades en el terreno de la literatura. Trata sobre una democratización en el interior de las ficciones que cuestiona la jerarquía aristotélica y crean una nueva topografía espacial y temporal de la ciudadanía. ¿Quiénes pueden hablar en el interior de las ficciones? Quintana analizó en Microbios de Diego Vecchio y Fruta podrida de Lina Meruane, cómo los cuerpos tienen una relación diferencial con los objetos y sujetos. Son subjetividades que buscan otra inscripción en el mundo y su presente/pasado, cuyas actuaciones tensionan saberes y doxa a través de diferentes procedimientos que los ubica en una zona de frontera. Son vivientes que habitan en el umbral de las ruinas de sus cuerpos, sus sentidos y el mundo material abriendo temporalidades que van a contrapelo del tiempo regimentado.
Silvana López del Instituto de literatura Hispanoamericana, en “Atravesar una biblioteca de ciegos: voz, texto, ritornelo, en Autor material de Matías Celedón”, propuso que, en su construcción temática y material, el texto de Matías Celedón interroga, por una parte, la producción literaria y las disciplinas artísticas y por otra, la violencia de la historia, los modos de construcción del archivo y de la memoria, al desplegar un artefacto que se construye, en la confluencia de diversos registros de lenguajes como la escritura, la imagen y la sonoridad de la voz, y también, el “choque eléctrico” entre algo del pasado que retorna y algo del futuro: la voz del represor reproducida por un código QR, que afantasmada, ingresa e intenta refugiarse, revestida su violencia de literatura, en una Biblioteca de Ciegos, para ser escuchada. El montaje, el collage, los anacronismos, los distintos procedimientos constructivos y temáticos que exhibe Autor material obligan a un conjunto diagramático de lecturas, por lo tanto, entre ellas, el trabajo se centró en la lectura crítica del montaje de la voz del represor Carlos Herrera Jiménez que realiza Celedón mediante el corte y recortes de restos audibles extraídos de audiolibros grabados por Herrera Jiménez. Ese procedimiento provoca el relato de los asesinatos y torturas que realiza Herrera Jiménez durante la dictadura de Pinochet, contados con su propia voz. A diferencia de otros textos de la literatura latinoamericana que le dan voz al represor, la novela de Matías Celedón reproduce mediante un código QR el registro, la teatralidad y la espectacularidad de un actor de la dictadura. Un texto que tensa la cuerda de la escucha que obliga no solo a ver y leer, sino también a oír y escuchar generando la poética de una sinestesia amplificada.
Juan Pablo Luppi de la Universidad de Buenos Aires, en “Residuos corporales en papeles antiguos: la novedad remota de Héctor Libertella”
leyó críticamente la serie de reescrituras de Héctor Libertella en torno al patrimonio arqueológico asirio —“Nínive, 1853” (Revista de la Universidad de México, 1982), “Nínive” (¡cavernícolas!, 1985) y Diario de la rabia (2006)— que distorsiona imaginarios fundantes de la escritura mundial (Epopeya del Gilgamesh) y nacional (Facundo). En la exploración de trucos tipográficos que desclasifican géneros, el jeroglífico y el palimpsesto conforman matrices de producción hermética, que Libertella reescribe como deriva profanadora del primer lenguaje escrito de la historia. Problematizando lo nuevo desde la discontinuidad, la serie “Nínive” indaga los sentidos abiertos en los blancos de la página, e inscribe huecos, cortes tipográficos que escanden palabras y las vuelven palimpsestos. De ese modo, el nativo que colabora con la extracción colonialista, en que compiten ingleses y franceses por la apropiación museística a fines del XIX, acciona en secreto la artimaña corporal de avejentar el aspecto de las tablillas, amarilleándolas con sus excrementos, la escritura ancestral queda marcada con la impostura de una lengua cuyo uso y significado son distorsionados por la materialidad fecal y la performance del subalterno expele lo fagocitado de imaginarios fundantes sin procesar, como simulación profana y escatológica del valor capitalista de escrituras arcaicas.
Agustina Pérez, de la Universidad de buenos Aires, en “Cuadernos de cuarta. S/obras reauratizadas en soportes de segunda mano: el caso de El manuscrito también puede faltar (c.1985) [inédito] de Osvaldo Lamborghini”, a partir del análisis del cuaderno artesanal inédito del último tramo de la obra de Osvaldo Lamborghini, Pérez comenzó a esbozar una teoría de un arte inespecífico que se encuentra implícita en artefactos que desbordan determinadas premisas del sistema artístico: empleo de soportes adecuados (lienzos enmarcados en pintura; libros impresos en literatura); oposiciones internas a las disciplinas (prosa/poesía, marco/exterior, materiales nobles/innobles, vida/arte) y externas (concepción de las disciplinas artísticas como esferas autónomas y específicas), la lectura resaltó en cómo esos artefactos, que apuestan por el uso de elementos residuales a nivel material (soporte, herramientas) y procedimental (técnicas manuales), operan, a su vez, diversas reconfiguraciones de las experiencias auráticas.
Marina Ríos, de la Universidad de Buenos Aires, en "Detrás de las ruinas: regresos y desvíos en dos novelas contemporáneas”, Trabajó las novelas Volverse Palestina (2014) de Lina Meruane y La tierra empezaba a arder. Último regreso a Siria de Cinthya Edul (2019) que gravitan sobre la idea del regreso a partir de tramas familiares que atraviesan zonas de conflicto tales como Palestina y Siria respectivamente. Sobre los restos y las ruinas de esas ciudades en conflicto se escribe un regreso ajeno, que se constituye a la vez, como familiar y distante, para mostrar a un pueblo que no sólo está hecho de escombros sino que pone en tensión la idea de vestigio, de lengua y de territorio.
Denise Pascuzzo del Instituto de Literatura Hispanoamericana, en “Restos y marginalidades en espacios y jerarquías: La villa de César Aira”, señaló que en la novela de Aira existe un trabajo con el resto, con el margen y lo invisible que genera una serie de movimientos que producen un extrañamiento, una distancia que termina por alterar y recolocar los elementos de un sistema dado. Con esas operaciones, se transforman los espacios de la ciudad, los itinerarios y los circuitos de los seres que los habitan. Los restos y su marginalidad se vuelven núcleos narrativos que postulan una alteración de la delimitación territorial, en la cual esos límites se vuelven porosos, permeables, y por lo tanto se suscita una determinada idea de alteración de lo dado. Esa particularidad hace pensar los alcances que este procedimiento conlleva trazando un arco que toma como punto de partida el procedimiento estético, desembocando luego en una reflexión sobre la lógica económica de los sistemas de producción.
Natalia A.Accosano Pérez, de la Universidad de Río Negro, en “Un paisajes sin sentido profundo. Ensayos sobre los paisajes en ruina de Fata Morgana (1971) de Werner Herzog” sostuvo que el paisaje con ruinas es un género de la pintura que se encuentra especialmente apropiado para pensar acerca de la dicotomía entre Naturaleza e Historia, eso se debe, entre diversas razones, a que esa forma del paisaje conjuga diferentes percepciones temporales: los fragmentos de un pasado perdido, el presente de la experiencia (atravesado por las memorias personales y colectivas) y una suerte de profecía del futuro, que habla de lo perecedero de todos los esfuerzos humanos contra el avance de la Naturaleza (Simmel, 1911; Huyssen, 2006; Masiello, 2008). Esa característica del paisaje con ruinas lo vuelve especialmente apropiado para reflexionar sobre la “idea de historia-natural” (naturgeschichte), definida por Theodor Adorno en su ensayo de 1932; así como también, sobre la categoría de “imagen dialéctica” de Walter Benjamin, que dedicó una parte de tesis de habilitación, El origen del Trauerspiel alemán, a pensar sobre las ruinas. El estudio de una expresión contemporánea de esa forma del paisaje es posible leer en Fata Morgana (1971) de Werner Herzog dado que la forma poética de ese film, elusivo y enigmático, es la de un viaje a través de un paisaje como “en ruinas” (antes que “con ruinas”), para contraponerlo a su forma paradigmática en la pintura decimonónica. Sembradas por los esqueletos de las máquinas de guerra del último siglo, las arenas del desierto se extienden a lo lejos; lo que lleva a pensar: ¿De qué modo se aprecia estéticamente las ruinas de nuestro tiempo? ¿Cómo se manifiesta esta apreciación en un medio audiovisual contemporáneo? ¿Y qué quiere decirnos Herzog cuando reescribe con su cámara los rastros de la civilización y la barbarie como espejismos en el desierto?
Daniela Pérez Klein y Verónica Capasso, en “Futuros imaginados. Análisis comparativo entre La infancia del mundo (Nieva 2023) y la muestra fotográfica
Antropogénico (Daniel Taveira 2023), en el Marco del PPID “Entre Argentina y Brasil: particularidades históricas, socioculturales y políticas en el arte, la visualidad, el cine y la literatura” (Universidad Nacional de la Plata) pusieron en diálogo la literatura y la fotografía como modos de proyectar mundos en descomposición a partir de analizar, de modo comparativo, la novela La Infancia del mundo (Nieva, 2023) y la muestra Antropogénico (Daniel Taveira, 2023) partiendo de una zona del arte contemporáneo que problematiza y/o complejiza los modos de imaginar lo que vendrá: la configuración de futuros imaginados distópicos. La novela trabaja sobre la historia de un mutante -el/la niño/a dengue- en el año 2272, quien vive en el “caribe pampeano”: un mundo en que los efectos del calentamiento global son el presente, la Patagonia quedó bajo el agua tras el derretimiento de los glaciares, donde hay una presencia masiva de virus y, con ello, grandes negocios especulativos. La ficción, además, incorpora dos mapas especulativos de cómo sería Argentina tras el derretimiento definitivo de la Antártida. Antropogénico, por su parte, es una muestra fotográfica de Daniel Taveira, artista brasileño radicado en Querétaro (México). La exposición que presenta dieciséis fotografías documenta los efectos del cambio climático en las personas y la vegetación desde un lenguaje dramático y futurista que busca concientizar sobre la importancia de proteger el medio ambiente, específicamente, el Amazonas. De ese modo, las imágenes de futuro creadas en ambas obras trabajan sobre la violencia ambiental, paisajes transformados por la contaminación, la deforestación y la industrialización: ciudades y países que ya no existen, flora y fauna extinta, lugares recreados a través de tecnologías y/o nuevas enfermedades y virus. ¿Qué nuevos entornos se configuran, qué queda cuando el desastre lento toma por entero lo vivo? A su vez, retratan personas, desde una lógica de lo individual, que tratan de adaptarse a los impactos físicos generados por la contaminación, al tiempo que refieren a los sectores vulnerables (¿y desechables?) más afectados por los cambios climáticos: la clase trabajadora o más empobrecida (a la que pertenece el/la niño/a dengue) y las comunidades indígenas del Amazonas. ¿Qué subjetividad futurizada puede interpelar nuestro presente? Desde las nociones de imagen (Mitchell, 2011) y de futurización (Gatto, 2018) se analizaron dos modos de imaginar los escenarios próximos/por venir.
Camila Victoria Esquivel, de la Universidad de La Plata, en "Poner en palabras un gesto a contrapelo: una aproximación a Inclúyanme afuera de María Sonia Cristoff", abordó el modo en que algunas obras de la literatura argentina contemporánea, efectúan un gesto de resistencia con respecto a la experiencia del individuo actual, sumido en el régimen de vida basado en un sistema laboral moderno y capitalista (basado en la lógica de hacer para producir). En ese marco, el ritmo vertiginoso y acelerado del tiempo no cede oportunidad alguna a percibir los acontecimientos que impactan como un relámpago en los sentidos del individuo. Este último queda reducido a un mero receptáculo de estímulos, mientras desempeña su rutina de forma automática. Ese fenómeno ha sido descrito por Giorgio Agamben en Infancia e Historia (1979). Asimismo, Walter Benjamin (El Narrador, 1936) había advertido sobre la extinción de los narradores en la era moderna, debido a la falta de experiencia. No obstante, la vigencia y constante renovación de la literatura, a la par del cine y otras formas estéticas, ha demostrado una voluntad para contar algo más que solo el tiempo, el dinero o los bienes producidos. Considerando esto, se analizó Inclúyanme Afuera (2014) de María Sonia Cristoff como una novela transgresora y experimental, que encuentra la experiencia en los intersticios geográficos, rutinarios, pero sobre todo literarios. Desarrollada en el interior de la provincia de Buenos Aires, la trama es protagonizada por una mujer que decide adoptar un modo de vida basado en la impasibilidad, la contemplación y el silencio. Pero más aún, el modo de narrar la experiencia atenta con el carácter lineal y progresivo del relato convencional, suspendiendo el sentido en la discontinuidad, la fragmentación y el aplazamiento constante del hilo narrativo.
Letícia Nery de la Universidade Federal do Rio de Janeiro) en "O gato, a porca, o urubu: Fotografias de um corpo violado", desplego su lectura en torno a: O escritor, “fóbico”, de acordo com Julia Kristeva (1980), “é capaz de metaforizar não para morrer de medo, mas para ressuscitar nos signos” A proposição orienta nossa leitura de O martelo (2017), da brasileira Adelaide Ivánova. Na obra, a autora descreve, numa sequência de poemas, a violação sexual de um corpo feminino e o processo jurídico-policial ao qual a vítima é submetida para registrar o crime. Revisitamos, aqui, o tema do estupro, já abordado de diversas maneiras na poesia de Ivánova, sob a perspectiva da relação deste com a noção de ruína e com a dimensão ativa da linguagem. O esforço de escrita poética de Ivánova apresenta-se como forma de resistir e simbolizar uma experiência da ordem do quase irrepresentável. O corpo feminino, sob o impacto de uma violência que o destrói emocional e fisicamente, é tratado com indiferença pelas instituições, tornando-se, de certa forma, resto – parte de algo outrora julgado socialmente íntegro. Mas, “a destruição nunca é absoluta”, observa Martha Alkimin (2022): ao transformar a experiência traumática em escrita, Ivanóva reforça sua posição enquanto sujeito capaz de “ampliar os limites do simbólico” (KHEL, 2000). Na ruína do corpo violado, encontramos a possibilidade de algo novo: o poema. O que buscamos aqui, então, é compreender de que maneira a poesia é capaz de reintegrar os restos, de que forma esse corpo – antes arruinado – pode voltar a se legitimar pela palavra poética.
El debate suscitado en torno a las ponencias produjo un productivo e intenso debate sobre la genealogía y operatividad del resto como huella, como vestigio, también como artificio, como cuerpo y experiencia en tanto desvío y desplazamiento que produce nuevos imaginarios del paisaje, del espacio, de temporalidades y subjetividades así como la incesante búsqueda de nuevos vocabularios, lenguas y artefactos artísticos.
Ana Abregú.
www.metaliteratura.com.ar
Literatura latinoamericana
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