Participó junto con otras escritoras de la charla: El Neo boom latinoamericano es femenino. ¿Una literatura femenina y feminista?, dentro de la serie de encuentros que se llevaron a cabo en el marco del Diálogo de Escritores Latinoamericanos, séptima edición consecutiva organizada por la Fundación El Libro, una actividad que se ha transformado en uno de los ejes de convocatoria de la Feria.
El aporte claro de Rimsky, tan valioso como el de las acompañantes de mesa, la argentina Gabriela Cabezón Cámara, y la uruguaya Natalia Mardero, sin embargo, me provocó saber más; quizás por su contundencia en la charla al decidir hablar sobre una "literatura a secas". Precisó al responder las preguntas de esta entrevista: "estoy por una literatura que socave lo real, que lo agujeree, lo bombardee, que sea una ventana".
María Claudia Otsubo: Frente al interrogante que se abre: ¿Una literatura femenina y feminista?, señalaste que te gusta pensar en una "literatura a secas". Me gustaría comenzar la entrevista profundizando esa idea.
Cynthia Rimsky: Sabes que he ido a algunas ferias, no muchas, porque las evito, y siempre quedo con la sensación de que los organizadores no confían en que la literatura pueda interesar al público y le ponen unos nombres tremebundos a las mesas, intentando un gancho comercial, en este caso lo femenino y feminista. A nadie lo invitan a hablar de la literatura masculina y machista, por ejemplo, sería el horror. Entonces, ¿por qué nos invitan a nosotras, escritoras, a hablar de la literatura femenina y feminista?
Cuando una está con un proyecto de escritura, frente a la página de un cuaderno, a una computadora o a una servilleta, no me digo: voy a escribir una literatura femenina y feminista. Estoy ante un proyecto con todos mis miedos, excitación, curiosidad, temor, ambición, por supuesto, cuando escribo estoy situada en una historia, en un lugar, en un tiempo histórico, pero ningún, ninguna, ingeniero que proyecta un puente piensa primero si es femenina, masculino, gay, trans, etc, son otras las cuestionas movilizadoras. Eso mismo ocurre cuando se escribe, es a secas.
MCO: En la charla, citaste a Rita Segato "la mujer tiene que probar diariamente que es un sujeto moral".
CR: Estaba preparando algo para decir en la Feria, para aportar algo, y me encontré con esa cita y se me voló la peluca, como dice una amiga. “Cada vez que salimos a la calle, que circulamos bajo la mirada del otro, tenemos que hacer un esfuerzo cotidiano por mostrarnos y demostrarnos ante el mundo como sujetos morales”.
MCO: Más adelante, volviste a citar, esta vez a Lucrecia Martel. Y debo decirte que me gustó esto de apoyarte en otras mujeres, pero no en el refugio de la cofradía sino en un gesto más revolucionario, que se corresponde con tu expresión de "armemos, circulemos, para poder crear otros centros de poder".
CR: Cuando cito a Segato o a Martel no lo hago porque son mujeres, lo hago porque me encantan, me nutren, me descolocan, problematizan mis ideas y me permiten seguir pensando, porque de eso trata, de no aferrarse a cuatro verdades establecidas, sino a estarlas repensando todo el tiempo. Por estos días, especialmente en Chile, se ha generado un movimiento de jóvenes estudiantes que buscan terminar con el patriarcado, la discriminación, el abuso, que se da en las universidades. Estoy totalmente de acuerdo con ellas. Pero, cuando veo que una de las reivindicaciones es que exista el mismo número de rectores hombres que de mujeres, me parece una consigna fácil, conservadora. En Chile hemos tenido rectoras y ministras de Educación más conservadoras y autoritarias que, por ejemplo, el actual rector de la Universidad de Chile, que es hombre. Entiendo que en el fragor de la lucha, a veces no es momento de detenerse a pensar, pero de lo que trata es de combatir el poder como está estructurado en una sociedad patriarcal y cambiarlo por un sistema comunitario, abierto, participativo, no discriminador. O sea, el problema es la participación política dentro de las universidades y la elección de los rectores. En ese contexto podemos hablar de cambiar una cultura que no permite que las mujeres participen en las instancias de decisión. Y quizás no sea necesario, porque el asunto es que no existan esas instancias que concentran poder e imponen decisiones sobre los demás. Ya está la tecnología para cambiar esta democracia que ya no es democracia. Entonces ahí leo a Lucrecia Martel, a Rita Segato y a muchas otras mujeres y hombres que me ayudan a salir del facilismo.
MCO: En una entrevista que te hicieron, señalaste que la escritura "tiene que ser corrosiva". Te cito:"Corrosivo quiere decir incisivo. Subvertir quiere decir trastornar, revolver, destruir, especialmente en lo moral. Subvertir el orden establecido, el orden hegemónico, para abrir paso a otros órdenes, a una ética nacida de la experiencia; no a una moral impuesta por el poder".
CR: Bueno, uno también dice cosas en el fragor del camino, ahora no diría “tiene que ser”. Lo que sí me parece es que, ante una literatura que va en el mismo sentido que lo real, entendiendo real como una construcción mediática y de las estructuras de poder, que facilita la identificación de los lectores con lo que viven en su hacer cotidiano e imposibilitan el cambio; estoy por una literatura que socave lo real, que lo agujeree, lo bombardee, que sea una ventana. Creo que estamos padeciendo los efectos nocivos de una cierta lógica; estructuras anquilosadas y morales que parecen inamovibles y a través de las cuales vemos el mundo, y sentimos que no hay otra cosa posible, y nuestra experiencia, el conocimiento que surge de esa experiencia, queda afuera del sistema de representación, no tiene lugar. ¿Y si al cambiar la manera de estructurar el discurso, la relación entre discurso y lo real, surgiese otro espacio? ¿Y si el lenguaje, organizado de otra manera, nos permitiera salir al espacio exterior?
MCO: Varias veces has repetido que "no encajás", ¿qué significa eso? ¿Qué relación tiene con tu literatura?, ¿con tu producción?
CR: Cuando empecé a publicar, yo era lo que se dice comúnmente una joven idealista, o sea, tenía un conjunto de ideas sacadas de mis lecturas, y creía que era la forma como tenía que funcionar el mundo real. Y aleluya, el mundo real, en este caso el campo literario, no funciona idealmente. Fue un momento de gran tensión, me puse a leer, por ejemplo, Las reglas del arte, de Bourdieu, y a otros intelectuales que removieron o al menos destrizaron esa visión ideal. Sin embargo, ocurrió que al ponerme a escribir -en ese momento estaba trabajando en La novela de otro-, perdió sentido y tuve que recurrir a la cábala, o sea, a la mística judía para volver a escribir. Un doloroso proceso, que aquí resumo, en el que fui encontrando un camino independiente, hasta donde es posible, un modo de situarme como escritora que tiene que ver más con lo que puedo y quiero hacer que con lo que se espera o el mercado espera, o el mercado ha construido que se espera de una escritora o escritor. Es difícil, lento, minoritario, modesto, pero me provoca menos tensiones y me permite pensar y escribir, que es lo que me gusta hacer.
Cynthia Rimsky (Chile, 1962) Escritora. Autora de los libros: Poste restante (2001, 2011, 2016 ); La novela de otro (2004), Los perplejos (2009); Ramal (2011), Nicaragua al cubo (2014), Fui (2016) y El futuro es un lugar extraño(2016), obra por la que obtuvo el Premio Municipal de novela y Premio mejor novela 2017 del Consejo Nacional de la Cultura de Chile.
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Escritora Argentina
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