ARTÍCULOS

HISTORIA DE LA NIÑA QUE SE CONVIRTIÓ EN CICLISTA

Marian era la tercera de cuatro hermanos. Nació en una casa del barrio sur, la zona más empobrecida del pueblo, a tres cuadras del campo. Su padre era el comisario, hijo, a su vez, de otro comisario de la ciudad de Noetinger, que había asegurado la estabilidad y el orden en el periodo de lo que llamaban la “subversión”. Por eso, cada tanto, volvían a esa época de oro, donde, según lo que le contaban a Marian, todo era mejor y no había robos y se respetaban. Aunque ella, en su niñez, presenció varias discusiones entre su padre y abuelo, porque las cosas habían cambiado para mejor, sostenía el hijo, contrariando con todo el clamor a su padre. Sin embargo, como en toda pelea familiar, después de los consabidos enojos y exabruptos, la cosa no pasaba a mayores. El padre de Marian era, a su vez, el primer hermano de cuatro. Toda su adolescencia y carrera policial, la realizó a resguardo de su familia. De hecho, sus primeras intervenciones fueron en compañía de su padre, al que respetaba con solemnidad y admiración, a pesar de las diferencias políticas. Fue en uno de los patrullajes que conoció a Cristina, la madre de Marian.

 

Las clases universitarias del ingeniero

El agua de la ducha corría tan locuaz como indiferente empujándome a la inefable comarca de la vigilia; en consonancia, pensaba por qué se habían congelado esas imágenestan horribles del sueño; la muerte convierte en un absurdo cualquier pretensión de eternidad a través del lenguaje, pero los restos oníricos traían como oleadas, una y otra vez, la escenas perturbadoras que me habían asaltado en la noche.

 

Borges y Joyce en la biblioteca de un autodidacta

Algunas de las historias que circulan en los bordes de la literatura argentina proliferan a partir de una única voz, por razones casi siempre enigmáticas esas historias se diseminan y permanecen. La conjunción de una cadena de modestas casualidades me colocó ante la posibilidad de oír un testimonio de primera mano que narraba un descubrimiento tan extraordinario como improbable.

Ricardo Piglia no es Lawrence Olivier, pero…

La identidad y el nombre de Ricardo Piglia forman parte de una leyenda urbana que circula en los arrabales del mundillo literario argentino ya desde hace años, tomando casi siempre la forma elegida por quien la refiere, otras asumiendo los cambios que le imponen las modas literarias, perdiéndose frecuentemente en el olvido y reapareciendo de cuando en cuando...

INSOMNIO

A “Porlomeno” y a Licastro no parecían unirlos ni amores ni espantos; solo una prolongada estadía compartida en la sala de Neumotisiología del hospital y un insomnio apacible y silencioso.

No te pierdas ésto

Gotas