Pasquale Mesolella, I giorni della pandemia. Prato: Pentalinea, 2024.
[Este es tal vez uno de los libros más emocionantes en la obra de Pasquale Mesolella (Teano, 1949). Va dedicado a “tutte le persone, note e ignote, conosciute e sconosciute, vittime inermi ed innocenti del covid o della guerra ucraina”. A simple vista, puedo decir que se ve a un poeta desprovisto de artilugios del lenguaje y que consagra la escritura como si su mano fuese un sello de lacre. Un poeta que se ha convertido en un reportero de un tiempo álgido que no está tan lejos y que continúa a hacernos eco. Los primeros textos de esta colección corresponden a enero de 2019 y los últimos, como el prólogo, se remontan a septiembre de 2023]
En esta interesante novela se navega entre los intersticios de los sentidos. Primero llegan las moscas, desde la perspectiva del libro de Sartre, sobre el efecto de lo individual y lo colectivo que C.G Jung denomina proceso de individuación o autorrealización, considerados arquetípicos; las moscas, metáfora de conflictos bajo fuerzas incomprensibles que se hacen visibles en la presencia del insecto, zumbidos, olores, presencias mínimas que saturan el texto de síntomas de opresión; la narración transcurre en todo orden, vivos, muertos, actos, una pulpa densa en la que se construye un vivir.
El poema fragmentado, fragmentario, narrativo y lírico, refleja una percepción apasionada y visceral que zurce la escritura y las sensaciones, el poema y la vida, el amor y la escritura. A partir de pequeños estallidos, de una narración escatimada, de sensibilidad íntima, el texto va y viene a través de diferentes experiencias que son contadas a partir del resplandor que emanan de un cuerpo ausente que se configura personaje a partir de esos pequeños trozos de expresividad liviana, suelta, impasible y tersa.
“Allí donde hay un interlocutor, un solo interlocutor, allí se constituye un mercado.” Con minúscula, no está de más puntualizar, lejos del Mercado (con mayúscula) y aún más del Supermercado (no lugar anti-literario por excelencia). Ese interlocutor, ahora, estimado lector itálico, es usted. Tiene el privilegio, además, de ser partícipe de la primera traducción a cualquier lengua de este libro único.
Oui, oui, comme je t´approve, la littérature doit rester "insupportable"
Jacques Derrida
Derrida otorga un lugar privilegiado a los textos literarios, pero sus trabajos en ningún caso pertenecen al campo de la crítica literaria, las operaciones y desplazamientos que lleva a cabo escapan y trastornan esa práctica dominada, casi unánimemente, por una voluntad de legibilidad.
La identidad y el nombre de Ricardo Piglia forman parte de una leyenda urbana que circula en los arrabales del mundillo literario argentino ya desde hace años, tomando casi siempre la forma elegida por quien la refiere, otras asumiendo los cambios que le imponen las modas literarias, perdiéndose frecuentemente en el olvido y reapareciendo de cuando en cuando.
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Había leído el original de la novela de Elio Veneri Misión O.D.E.S.S.A. - Operación Cielo por sugerencia de mi amigo, el profesor uruguayo Hebert Benítez Pessolano, me sorprendió de tal manera que le ofrecí hacer la contratapa de la edición que estaba en curso.
Debo comenzar mis palabras con un desvío y con una confesión.
Ante todo el desvío, lo que me propongo examinar aquí es una curiosa derivación terminológica que se produce durante el reinado de Alfonso el Sabio y que afecta a la misma fijación de la voz «literatura» que, sin duda, no se hubiera concebido sin la construcción del orden de la «historia»...
I – Algunas reglas del juego
El señalamiento de una tensión entre escritura y vida en Julio Cortázar es un lugar común compartido por la crítica literaria, la historia de la literatura y las diversas formas del periodismo cultural, que más allá de los matices considerados en cada oportunidad, aparece como una evidencia incontrovertible; los fundamentos que la avalan parten de una certeza asentada en la garantía que otorga la nitidez con que se advierten notables diferencias entre los imperativos que articularon el campo de su poética literaria, por una parte, y los imperativos que fueron constituyendo su postura social y política, por otra.
Continúa...
No soy una experta en la obra de Libertella. Soy, sí, una persona obsesionada con Libertella; atravesada por él.
Hace una década, mientras cursaba una materia de la Maestría en Estudios Literarios de UNTREF, un profesor nos dio para leer El árbol de Saussure. Una utopía. El texto se me escurría. Ahí, en el ghetto, las palabras no se quedaban quietas. La literatura de Libertella tenía derivas, movimiento; me perdía en esa escritura fuera de sí que desandaba la lengua, que trazaba un camino y lo desplazaba en el mientras tanto. Me iba del libro a otros textos, a imágenes, a la música; y siempre volvía. Quería hacer algo con El árbol pero aún no sabía qué. Había en esas páginas un hermetismo expansivo, una multiplicidad de sentidos que evidenciaba las arborescencias que la literatura es capaz de convocar cuando todo parece cerrarse.
Acabo de leer Donde termina la lluvia, de mi excompañero de facultad y entrañable amigo Norberto Gugliotella. Leí la novela con una fruición que extrañaba, con una rapidez desmedida, no por simpleza en su escritura sino por su trama atrapante, que convoca, conmueve, interpela.
Un lector salteado que se muestra y que se oculta entre sus páginas es el que permite Leer levantando la cabeza de la escritora argentina María Claudia Otsubo; así, aquel del lento venir viniendo se entrega a un juego encadenado de escritura, de lectura de textos de escritoras y escritores, de memorias, de viajes, de música, de colores, de fragmentos, de olor a Buenos Aires ó a mar, la playa de Imbassai, al norte de Brasil.