No soy especialista en nada vinculado con las letras, salvo por esta vocación o necesidad imperiosa que me lleva a escribir. Lamento moverme por muchos de sus senderos solo por la intuición. Lo lamento porque, como frente a una buena pintura o un buen trozo musical, seguramente poseer cierto back up me permitiría disfrutar aún más. Pero cuando disfruto, disfruto.
Por lo que pocas veces me atrevo a formular preguntas. Prefiero ser testigo admirado de las observaciones o comentarios que brotan luego de las lecturas, de esos debates que a veces, otras no, aportan a lo escuchado.
Pero regreso al disfrute, a esa intensidad que me compromete y me hace estar presente por entero; no es casual que fuera en la mesa que en su primer tramo se refirió al Cortázar poeta, expuesto tanto por Guillermo Saavedra como por Gustavo Lespada.
Primero fue el regocijo al descubrir que se repetían esas palabras tan íntimas sobre el modo en que JC escribe sobre Keats. Guillermo volvía, quizás sin saberlo, a lo referido por Luis Gusmán la noche anterior cuando ya en los finales de un día intenso, en el que habían sobrevolado las palabras que remitían a tantas cosas sobre Cortázar, dijo –más o menos, no es una cita ni intenta serlo– Julio salió a pasear con Keats. Claro que lo dicho no era propio, el mismo Cortázar lo había contado –casi como si pudiera oírlo– antes de ponerse a dialogar con el poeta. Pero Gusmán lo vuelve a contar y Guillermo hace lo mismo, como si en el gesto ambos dijeran estar de acuerdo, además, con ese exceso de pedantería que provocan tantas citas.
El regocijo de escucharlo a Guillermo, entonces, fue doble: todo se condensaba en esa imagen, los dos escritores, ambos del brazo. ¡Qué puede haber más intenso que ese “andar a su lado”! parecían que querían decirnos, cada uno a su modo, con el mismo amoroso trato.
Luego llegó esa otra imagen. Y me refiero aquí a la lectura de Guillermo, en este desorden de los párrafos que se anudan –como los sentimientos– como pueden. Una imagen que empezó a dibujarse sin que me diera cuenta al principio (cuando lo supe, ya había perdido varias de las pistas por el camino y el lápiz solo pudo atesorar algunas en un intento desaforado por no perder la idea).
Esa otra imagen fue la de un barco o lo que tuviera que ver con él. Las palabras pronunciadas, y que como un pescador ávido comencé a atrapar sobre el papel, iniciaron pronto una hilera desprolija sobre la hoja: barco, desplazar, proa, navegar, puertos, libertad, curso, es necesario navegar… Como dije, seguramente muchas más en el antes perdido y en el después distraído de mi descubrimiento. Alguna vez, me animaré a pedir el texto para bucear, vale el término, las profundidades de esa lectura.
Comencé a pensar (no debía olvidar que él se había ido del brazo con Keats) si leer a Julio no sería eso, subirse a un barco y salir a navegar. ¿Podría también ahí instalarse el deseo del que habló Gustavo Lespada? ¿No es eso, esa cierta incertidumbre que provoca el dejarse llevar por el impulso de las velas henchidas al viento? ¿Cómo evitar esa desazón que provoca el horizonte sin orillas? ¿Qué melancolía se anuda al corazón en el tránsito incierto que nos conduce a otro destino, que precisó para eso del abandono de algún puerto? ¿Qué es esa zozobra que confundimos con mareo?
Zozobra, varias veces pronunciaron esa palabra. Y me pregunté: Ese ir hacia lo otro, esa deriva que se propone ¿no es acaso el acto de lectura?
Discurrir de ideas imposibles de exponer en un encuentro de muchos, me desplazo entonces a una conversación de intimidad para agradecer este poder pensar en un salir a navegar con Cortázar. Como él mismo dice no hay estancos, no hay instancias separadas, no se pasea y se disfruta luego. Es al mismo tiempo lectura y goce, goce y lectura. Sin mucho más que eso.
Gracias por tan hermosas imágenes.
Jornadas de Julio Cortázar, MALBA en fotos, día 1:
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Jornadas de Julio Cortázar, MALBA en fotos, día 2:
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Inauguración Jornadas Julio cortázar, Roberto Ferro y Noé Jitrik
Mario Golobof: "La política en Cortázar"
Alejandra Torres, "Julio Cortázar: Literatura y visualidad"
Florencia Abbate: "Cortázar y la apuesta por el presente"
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