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Entrevista a Hernán Ronsino en La Feria del Libro 2014

9/15/2014 Entrevista

“Agobio” es una de esas palabras a las que resulta difícil buscar un sinónimo o parafrasear; así como es difícil buscar una forma de explicar qué es el agobio en un pueblo decaído y una siesta de verano, el agobio de sentir cómo las cosas se descomponen de a poco y sin detenerse. Algo de eso es La Descomposición, primera novela de Hernán Ronsino de 2007, a la que siguieron Glaxo (2009) y Lumbre (2013), tres novelas vinculadas por un pueblo,  sus personajes y el agobio de una violencia que “acecha”.

Por:   Milanese Julia
 

“Agobio” es una de esas palabras a las que resulta difícil buscar un sinónimo o parafrasear; así como es difícil buscar una forma de explicar qué es el agobio en un pueblo decaído y una siesta de verano, el agobio de sentir cómo las cosas se descomponen de a poco y sin detenerse. Algo de eso es La Descomposición, primera novela de Hernán Ronsino de 2007, a la que siguieron Glaxo (2009) y Lumbre (2013), tres novelas vinculadas por un pueblo,  sus personajes y el agobio de una violencia que “acecha”.

 

En la mesa del Diálogo de Provincias de la 40º Feria del Libro de Buenos Aires hablaste de que es más fácil ser traducido a otros idiomas que leído en tu propia provincia, ¿por qué sucede esto?

 

HR: Me parece que eso no solo sucede hacia las provincias argentinas sino también en relación a los demás países latinoamericanos. La circulación de los libros en América latina  es compleja y muchas veces también es difícil acceder desde las provincias a ediciones independientes que son las ediciones que están apostando y generando un espacio de renovación. Por suerte, en estos últimos años, están saliendo muchas traducciones de autores consagrados y de autores nuevos. Por eso decía que es más fácil ser traducido que leído en las provincias o en algún país limítrofe. Creo que es un asunto que debe pensarse.

 

La mesa se llamaba “Un crimen de provincia”, ¿pasó a tener más presencia la violencia en la literatura que llaman “de provincia”? ¿Por qué?

 

HR: No me gustaría pensar a la literatura por subgénero. Es decir, si es de provincia o urbana, si es femenina o masculina. Sí hay geografías y búsquedas estéticas. Pero, en el fondo, todo es literatura y no marcaría esa diferencia. No creo que haya una literatura de provincia. Lo que está sucediendo en los últimos años es la emergencia de autores que traen la experiencia de la provincia y la procesan, a su vez, en sus búsquedas narrativas. Retomando el eco de autores muy importantes del siglo XX como Saer, Tizón, Moyano, Conti, Orphee, por ejemplo.

 

 ¿Qué relación existe, para vos, entre crimen y literatura? o ¿por qué narrar la violencia?

 

HR: La violencia me interesa como elemento fundante de toda sociedad y, a su vez, como elemento disciplinador. Desde ese lugar, la violencia opera. En todos mis libros esa violencia acecha en forma de silencio, de un modo agobiante, o como estallido.

 

¿A qué te referís con "elemento disciplinador"?

 

HR: Me refiero a la violencia, explicita o simbólica, que funciona como un modo de mantener un orden y una forma de sometimiento. Eso aparece en algunos vínculos de las tres novelas. 

 

Hablaste de “narrar la violencia subterránea” y desnaturalizar los estereotipos, ¿son formas de alejarse de la espectacularización de la violencia en los medios?

 

HR: Claro, me interesa narrar un personaje o una situación por fuera del lugar común, del estereotipo, darle una encarnadura.

 

 ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

 

HR: Estoy comenzando una novela nueva que se aleja del territorio de las novelas anteriores. Sucede en Buenos Aires.