METALITERATURA

Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes 2021.



Ring 41

7/9/2019 Desde Berlín

Estas crónicas no pretenden ser la pintura realista ni de un vivencia ni de una Berlín, sino la mirada alucinada de alguien que fue llevada desde una Buenos Aires ‘in distress’ a vivir a la ciudad del muro y que se encontró, contra todas sus expectativas, con ‘la ciudad del Muro’ todavía flotando entre 1989 y los ‘90. Aunque ese anacronismo también sea una alucinación traída desde Argentina.

 

Por:   Milanese Julia
 

Vi dos en la puerta del edificio, al menos siete u ocho en la cuadra que me separa del subte, una en la estación donde me subí, tres en la estación donde me bajé, cinco más en el pasaje hasta la combinación. Y eso sin buscar, solo paseando la mirada porque éste es un día de paseo, no un día de atención. Veinte en total, por lo menos. Y esas son únicamente las que estaban abandonadas ya, sin contar las que aún están en las manos de la gente.

Todas distintas, todas distintos colores. Adentro y afuera del transporte público, porque eso es sin contar las que están debajo de los asientos del coche, aunque sean las menos, porque no es tan común encontrárselas tiradas, todas rotas ahí, escondidas debajo de un asiento del subte. Incluso un domingo como hoy, un día sin tensiones, un día de paseo al sol, una mañana en que la gente ya se cansó y las deja ahí tiradas y alguno tal vez todavía se consigue otra de camino a casa, porque no es tan tarde, es la mañana, y el fin de semana sigue.

Yo no pude dormir, estuve mirando el cielo raso, el cielo rosa todo el tiempo que el sol tardó en subir y hacer brillar la cúpula plateada de la antena de tv y supe que me tenía que levantar y caminar hasta el subte y hacerme un viaje corto que empiece hundiéndome en la tierra, un viaje corto hasta el Ring.

Cual es el concepto de metáfora, no estoy muy segura, entiendo que funciona como un traslado de significados, pienso, mientras miro como el sol sube débil desde mi cama, que si quiero dejar de dar vuelta por los mismo dos o tres pensamientos cíclicos es necesario que se los traslade a algo que les pueda dar vueltas por mí, pienso en el Ring. Antes de salir, echo una mirada a la miriada de coloridas etiquetas que yo misma he dejado dando vueltas por ahí. Y antes de bajar al subte, echo una mirada a la antena que brilla allá-acá nomás, al final de la avenida entre las torres. Apunta al cielo única como una idea única.

Dos estaciones y llegó a la combinación con el Ring. Tengo dos opciones, el 42 y el 41. Uno hace girar los pensamientos repetitivos para un lado y al final devuelve: una solución. El otro los hace girar para el otro y al llegar devuelve: un trompo descontrolado de pensamientos confusos. O, en mi criterio: uno de los viajes me lleva suavemente al sueño; del otro, no me puedo bajar nunca. ¿Pero cuál es cuál? ¿Este, o el oeste?

Busco una señal cualquiera, un cartel escrito a mano en uno u otro andén que diga “Tomame”. “Trink mich” dice una de esas que están dando vueltas por toda la ciudad. Èsta en particular está como nueva, apoyada delicadamente contra un tacho de basura. “Trink mich”. No.

Un poco más allá viene llegando el 41, desde que yo llegué a esta ciudad, el oeste siempre fue mi casa. Y hacia el oeste voy para volver por el este. Va a ser un viaje largo que empieza lento y cadencioso. Me excita no saber si elegí la opción correcta pero el sol es una gloria tibia que me hace adormecer: cuán baja y verde y amplia es esta ciudad, qué calma parece a esta hora en que la gente va con los ojos cerrados o hablando muy bajo entre sí o para sí. Un montón hablan para sí y hasta lo perros duermen en este vagón.

Entre Ostkreuz y Westkreuz he crucificado a varios demonios. El resto del viaje, duermo como una osezno en invierno. Habré elegido el tren correcto. Me despierto apenas antes de completar la vuelta. Dejo el tren embrujado con mis demonios en la misma estación donde me lo tomé, y el tren deja la estación para seguir dando vueltas sin parar. En el andén, la botella de cerveza sigue ahí, “Trink mich” dice, de acuerdo.

Vuelvo caminando por la avenida con la cerveza nunca muy caliente, nunca muy fría. Brilla la antena para mí en el fondo, como una idea única.