pero antes: rayarse. Sobre Osvaldo Lamborghini de Miguel Vega Manrique

La frase en verso primero publicar, después escribir se lee abajo del verso en frase Entre el zen y la lotería. Se lee en la segunda parte del fragmento El Cantón de Uri que anda más o menos por la mitad de Poemas 1969-1985 publicado por Literatura Mondadori, edición de 2012, al cuidado de César Aira. También se lee en otras partes. Pero es ahí donde yo la tengo subrayada con lapicera. Además de esas rayitas que pasan bajo las letras, en el margen derecho le clavé un símbolo de mayor que y al lado puse tres signos de exclamación —como si las frases en verso fueran mayores que la exclamación. Esa fue mi primera lectura. La del 2013.

 

Releo la archicitada consigna y me dan ganas de rescribirla, extenderla, boludearla, rearmarla; en una palabra: ganas de osvaldolamborghinearla. Es el impulso de salir del libro publicado —el libro con ciudad, año de edición, al cuidado de, publicado por X Sociedad Anónima. El impulso de salir con Osvaldo en manifestación afuera del libro, de salir de ahí, siempre salir. Releo el subrayado y las marcas, y entonces aquí también me pongo a rayar.
Tuvo que venir un europeo a publicar un libro cuyo título faltaba. Un título simple y claro como un cross artliano. Osvaldo Lamborghini. Tuvo que venir un europeo para ponernos entre las narices lo que tenemos en la puta cabeza. El Cuaderno. Las rayas. Y este europeo pudo venirse entero, como yegua sudada, porque vino sin lo que detestamos: la culpita colonial. Primer gesto de Miguel Vega Manrique: escribirse un libro para salir de los libros, de la muequita culposa y de las becas poscoloniales.
Osvaldo: nombre hegeliano, abierto y cerrado por la o, cerrada y circular como un ano —ano hegeliano. La doble o, dos huevos o dos bocas. Y en el medio, claramente: Las hijas de Hegel. La ese, la ve, la a, la ele y la de, de o-s-v-a-l-d-o. Esa pulsión de firma, de autor, de nombre propio cae en un lugar muy preciso. En el Cuaderno con mayúscula. Así llama Vega Manrique a lo que los académicos titulan el Archivo. Es el cuerpo encuadernado —el nombre de autor—, el gran coso que acosa a la publicación, primero, a la escritura, después.
Y ahora entro yo como yeguo con secador de pelos: primero publicar, después escribir, pero antes: rayarse. Los cuadernos no se publican. Los cuadernos tampoco se escriben. Los cuadernos se rayan, se rayan, se rayan como esas tres RAYAS que cierran el 12 de febrero de 1969 el poema familiar Hoy, relacionarse: y como sea.
La raya: extensión de la sobremesa, de la literatura familiar, de la novela que te raya. Segundo gesto de Miguel Vega Manrique: extender la rallanura osvaldolamborghínea a toda la Cosa por fuera de los libros, llevar el mundo al tallersito, la vida a la pila infinita de cuadernos. Al teatro de la mano. Página 99: Escribía a mano y eso sólo culminó en la inmensidad de un Cuaderno desplegándose al sumun. Entonces. Pues. Cuaderno Osvaldo Lamborghini.
Miguel Vega Manrique vino a Buenos Aires a trabajar sobre el cuerpo de su adicción. Tercer gesto que niega y conserva los anteriores: la adicción al cuaderno, a lo impublicable, a la escena previa de la escritura. Llegó a una piecita de la calle Zelarrayán en Parque Chacabuco. Ahí nació este Osvaldo Lamborghini, enorme manifestación en calle Zelarrayán. Y los chistes cierran como la doble O: Miguel Vega Manrique llegó a una piecita en calle —dónde— se la rayan.

Osvaldo Lamborghini, Buenos Aires. Ediciones Chinatown. 2024.

 

Niña sentada en una biblioteca  Descripción generada automáticamente con confianza media
Milita Molina y Manuel Moyano Palacio en la presentación de Osvaldo Lamborghini. Librería La Coop.

DESTACADOS

El amor en un monstruo de dios de Luciana De Luca

En esta interesante novela se navega entre los intersticios de los sentidos. Primero llegan las moscas, desde la perspectiva del libro de Sartre, sobre el efecto de lo individual y lo colectivo que C.G Jung denomina proceso de individuación o autorrealización, considerados arquetípicos; las moscas, metáfora de conflictos bajo fuerzas incomprensibles que se hacen visibles en la presencia del insecto, zumbidos, olores, presencias mínimas que saturan el texto de síntomas de opresión; la narración transcurre en todo orden, vivos, muertos, actos, una pulpa densa en la que se construye un vivir.

 

PERSONAJES

El corazón es habitar la experiencia y el ritmo

Pasquale Mesolella, I giorni della pandemia. Prato: Pentalinea, 2024.

 

[Este es tal vez uno de los libros más emocionantes en la obra de Pasquale Mesolella (Teano, 1949). Va dedicado a “tutte le persone, note e ignote, conosciute e sconosciute, vittime inermi ed innocenti del covid o della guerra ucraina”. A simple vista, puedo decir que se ve a un poeta desprovisto de artilugios del lenguaje y que consagra la escritura como si su mano fuese un sello de lacre. Un poeta que se ha convertido en un reportero de un tiempo álgido que no está tan lejos y que continúa a hacernos eco. Los primeros textos de esta colección corresponden a enero de 2019 y los últimos, como el prólogo, se remontan a septiembre de 2023]

 

DRAMATURGIA

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

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