ARTÍCULOS

Sílabas del silencio

El poema fragmentado, fragmentario, narrativo y lírico, refleja una percepción apasionada y visceral que zurce la escritura y las sensaciones, el poema y la vida, el amor y la escritura. A partir de pequeños estallidos, de una narración escatimada, de sensibilidad íntima, el texto va y viene a través de diferentes experiencias que son contadas a partir del resplandor que emanan de un cuerpo ausente que se configura personaje a partir de esos pequeños trozos de expresividad liviana, suelta, impasible y tersa. 

Desde ángulos imposibles

Sobre Las razones de la sal de Ana Abregú

El amor y la lectura son una comunión desmesurada donde el comienzo es el de la vida, de la historia, de las luces y las sombras, del irreconciliable contacto entre dos para funcionar juntos de alguna manera. Dos personas, dos textualidades, dos libros.

Por encima de cualquier prejuicio.

Sobre Envejecimiento ilícito de Eduardo Méndez.

En los infinitos e indescifrables trazos que pueden templarse con las palabras, pululan por entre sus pasadizos mórbidos y suaves, los que simulan ser los caminos apropiados -o recomendables-, o los que deberían ser tenidos en cuenta para no pensar que los significados son solo una estampa adosada a la superficie. Comprender que solo son partes del naufragio de los abismos posibles cifrados en la fuga de sentidos que colma la juntura de las letras es otra tarea.

 

Versiones narrativas

Sobre Todo viene del pasado de Roberto Ferro

Pensar la escritura como un flujo incierto, atrevido, estrepitoso –casi fáustico– que invade los espacios de la realidad o de la vida –si es que son comparables o una cabe en la otra o son meros espejismos– invita a revisar el presente como algo incontrastable y sujeto al instante, su inefable carácter de inciertos trastoca las circunstancias que revela lo cotidiano como una repetición pálida de las horas y lo días.

La inmensidad inescrutable

Sobre El pozo de Funes de Roberto Ferro

            El tiempo y la escritura comparten los recovecos del laberinto, se esconden juntos para encontrarse separados y denunciar al que continúe agazapado, preso del sentido, entre la dilación y el soplido tenue de la respiración del texto.

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