Si la literatura es palimpsesto como señala Gérad Genette, la vida y la poesía se repiten en el “barco a la deriva” y se va “en gran barcaza/cruzando aguas doradas”, como en los tramos que nos muestra El barco ebrio de Rimbaud. Amor, deseo, lucha, peligros van despeñados hacia la sombra final que es la muerte, advertida por ellos, tú, ella, nosotros y el fantasma, la matriz de la escritura, velo último (o primero) de la realidad que nos separa de “eso” que no se puede decir.
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