METALITERATURA

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El Teatro Alquímico

2/13/2005 Comentarios

Hay entre el principio del teatro y el de la alquimia una misteriosa identidad de esencia. Pues el teatro, como la alquimia, considerado en su origen y subterráneamente, se apoya en ciertos fundamentos que son comunes a todas las artes, y que en el dominio espiritual imaginario aspiran a una eficacia análoga a la del proceso que en el dominio físico permite obtener realmente oro.

 
Por:   Artaud Antonin

Pero entre el teatro y la alquimia hay asimismo otra semejanza más elevada y que metafísicamente apunta mucho más lejos. Pues tanto la alquimia como el teatro son artes virtuales, por así decirlo, que no llevan en sí mismas ni sus fines ni su realidad. Allí donde la alquimia, por sus símbolos, es el Doble espiritual de una operación que sólo funciona en el plano de la materia real, el teatro debe ser considerado también como un Doble, no ya de esa realidad cotidiana y directa de la que poco a poco se ha reducido a ser la copia inerte, tan vana como edulcorada, sino de otra realidad peligrosa y arquetípica, donde los principios, como los delfines, una vez que mostraron la cabeza se apresuran a hundirse otra vez en las aguas oscuras. Ahora bien, esta realidad no es humana, sino inhumana, y ha de reconocerse que el hombre, con sus costumbres y su carácter, cuenta en ella muy poco. Y apenas si él podría retener ahí su cabeza absolutamente denodada, orgánica y maleable, con materia formal apenas suficiente para que los principios puedan ejercer en ella sus efectos de manera acabada y sensible. Hay que subrayar, por otra parte, antes de proseguir, la curiosa afición al vocabulario teatral que muestran todos los libros de alquimia, como si sus autores hubiesen advertido desde un principio cuánto hay de representativo, es decir, de teatral, en toda la serie de símbolos de que se sirve la Gran Obra para realizarse espiritualmente, mientras espera poder realizarse real y materialmente, como también en las digresiones y errores del espíritu mal informado, en medio de estas operaciones y en la secuencia casi "dialéctica" de todas las aberraciones, fantasmas, espejismos, y alucinaciones con que no pueden dejar de tropezar quienes intentan tales operaciones con medios puramente humanos. Todos los verdaderos alquimistas saben que el símbolo alquímico es un espejismo, como el teatro es un espejismo. Y esta perpetua alusión a los materiales y al principio del teatro que se encuentra en casi todos los libros alquímicos debe ser entendida como la expresión de una identidad (que fue en los alquimistas extremadamente consciente) entre el plano en que evolucionan los personajes, los objetos, las imágenes y en general toda la realidad virtual del teatro, y el plano puramente ficticio e ilusorio en que evolucionan los símbolos de la alquimia. Tales símbolos, que indican lo que podríamos llamar estados filosóficos de la materia, orientan ya el espíritu hacia esa purificación ardiente, esa unificación y esa demacración (en un sentido horriblemente simplificado y puro) de las moléculas naturales; hacia esa operación que permite, en un despojamiento progresivo, repensar y reconstituir los sólidos siguiendo esa línea espiritual de equilibrio donde al fin se convierten otra vez en oro. No se advierte hasta qué punto el simbolismo material que designa esa operación misteriosa corresponde en el espíritu a un simbolismo paralelo, a una actividad de ideas y apariencias donde todo cuanto en el teatro es teatral se designa y puede distinguirse filosóficamente. Me explicaré. Y quizá se haya advertido ya, por otra parte, que el tipo de teatro al que aludimos no tiene relación con esa especie de teatro social o de actualidad, que cambia con las épocas, y donde las ideas que animaban originariamente el teatro no son más que caricaturas de gestos, que nadie reconoce, tanto han cambiado de sentido. Las ideas del teatro arquetípìco y primitivo han tenido el mismo destino que las palabras, que ya no despiertan imágenes, y que en vez de ser un medio de expresión son sólo un callejón sin salida y un cementerio del espíritu. Quizá nos pregunten ahora qué entendemos por teatro arquetípico y primitivo. Y así llegaremos a la entraña misma del problema. Si en efecto nos planteamos el problema de los orígenes y la razón de ser (o la necesidad primordial) del teatro, encontraremos metafísicamente la materialización o mejor la exteriorización de una especie de drama esencial, y en él, de una manera a la vez múltiple y única, los principios esenciales de todo drama, orientados ya y divididos, no tanto como para perder su carácter de principios, pero sí lo suficiente como para contener de manera esencial y activa, es decir plena de resonancias, infinitas perspectiva de conflicto. Analizar filosóficamente un drama semejante es imposible y sólo poéticamente, y sirviéndonos de cuanto pueda haber de comunicativo y magnético en los principios de todas las artes, es posible evocar, por medio de formas, sonidos, músicas y volúmenes, dejando de lado todas las similitudes naturales de las imágenes y de las semejanzas, no ya las direcciones primordiales del espíritu, a las que nuestro excesivo intelectualismo lógico reduciría a inútiles esquemas, sino estados de una agudeza tan intensa y absoluta que más allá de los temblores de la música y la forma se sienten las amenazas subterráneas de un caos tan decisivo como peligroso. Y ese drama esencial, lo advertimos claramente, existe, y está hecho a imagen de algo más sutil que la Creación misma, que ha de representarse como el resultado de una única voluntad; y sin conflicto. Es necesario creer que el drama esencial, la raíz de todos los grandes misterios, está unido al segundo tiempo de la Creación, el de la dificultad y el Doble, el de la materia y la materialización de la idea. Parece en verdad que donde reinan la simplicidad y el orden no puede haber teatro ni drama, y que el verdadero teatro, como la poesía, pero por otros medios, nace de una anarquía organizada, luego de luchas filosóficas que son el aspecto apasionante de estas unificaciones primitivas. Ahora bien, estos conflictos que el cosmos en ebullición nos ofrece de un modo filosóficamente distorsionado e impuro, la alquimia nos lo propone como intelectualidad rigurosa, pues nos permite alcanzar una vez más lo sublime, pero con drama, tras un desmenuzamiento minucioso y exacerbado de toda forma insuficientemente afinada, insuficientemente madura, ya que de acuerdo con el principio mismo de la alquimia el espíritu no puede tomar impulso sin haber pasado por todos los filtros y fundamentos de la materia existente, y haber repetido esta tarea en los limbos incandescentes del porvenir. Diríase que para alcanzar el oro material, el espíritu ha debido probar primero que era merecedor del otro oro, que sólo ha obtenido, que sólo ha alcanzado cediendo a él, aceptándolo como un segundo símbolo de la caída que debió experimentar para redescubrir luego en una forma sólida y opaca la expresión de la luz misma, de la rareza, de la irreductibilidad. La operación teatral de fabricar oro, por la inmensidad de los conflictos que provoca, por el número prodigioso de fuerzas que opone y anima recurriendo a una especie de redestilación esencial, desbordante de consecuencias y sobrecargado de espiritualidad, evoca finalmente en el espíritu una pureza absoluta y abstracta, a la que nada sigue, y que podría concebirse como una nota única, una especie de nota límite, atrapada al vuelo: la parte orgánica de una indescriptible vibración. Los misterios órficos que subyugaban a Platón tenían sin duda en el plano moral y psicológico algo de este aspecto trascendente y definitivo del teatro alquímico, y con elementos de una extraordinaria densidad psicológica evocaban en sentido inverso los símbolos de la alquimia, que proporcionan el medio espiritual de decantar y transfundir la materia, evocaban la transfusión ardiente y decisiva de la materia por el espíritu. Se nos dice que los Misterios de Eleusis se limitaban a poner en escena un cierto número de verdades morales. Yo creo que esos misterios ponían en escena proyecciones y precipitaciones de conflictos, luchas indescriptibles de principios, en esa perspectiva vertiginosa y resbaladiza donde toda verdad se pierde, mientras realiza la fusión inextricable y única de lo abstracto y lo concreto; y creo que por medio de músicas de instrumentos, notas, combinaciones de colores y formas, de las que no conservamos ninguna noción, lograban colmar esa nostalgia de la pura belleza, que Platón pudo encontrar por lo menos una vez en este mundo, en su realización completa, sonora, fluente y desnuda; y resolver, por otra parte, mediante conjunciones inimaginables y extrañas para nuestras mentes de hombres todavía despiertos, resolver, e incluso aniquilar, todos los conflictos nacidos del antagonismo de la materia y el espíritu, de la idea y la forma, de lo concreto y lo abstracto, y fundir todas las apariencias en una expresión única que debió ser el equivalente del oro espiritualizado. Una Definición Teatro de la Crueldad: El Primer Manifiesto del Teatro de la Crueldad se publica en el año 1932 en la revista "Nouvelle Reveu Francaise". La dirección de la revista estaba a cargo del poeta Paul Valéry, el escritor André Gide y Jean Paulhan. Precisamente en una carta dirigida a este último Artaud especifica el concepto de Crueldad: "Querido J. Paulhan: La crueldad es sobre todo necesidad y rigor. La decisión implacable e irreversible de transformar al hombre en un ser lúcido. De esta lucidez nace el nuevo teatro. Todo nacimiento implica también una muerte. Para dar origen a mi "crueldad" será necesario cometer un asesinato. Hay que asesinar al padre de la ineficacia en el teatro: el poder de la palabra y del texto. El texto es el dios todopoderoso que no le permite al verdadero teatro nacer. Al atentar contra la palabra, atentamos contra nosotros mismos. Hasta ahora, es el lenguaje verbal aquello que nos permite comprender al mundo. Y lo comprendemos mal. Al asesinar al lenguaje verbal, estamos asesinando al padre de todas nuestras confusiones. Por fin seremos libres. Esto vale no sólo para el teatro. Seremos hombres libres en todo aspecto de nuestra vida. Antonin Artaud"

Traducción: Hugo Acevedo 1896, 4 de septiembre, nace en Marsella. A la edad de cinco años se enferma de meningitis; refiriéndose a este período dice Otto Hahn: "El primer drama de esta vida dolorosa le sobreviene a la edad de cinco años: una meningitis lo lleva hasta el umbral de la muerte y lo sumerge, repentinamente, en el universo absurdo del dolor. Sin duda allí comienza el desacuerdo que lo opondrá al mundo. Más abajo de sí mismo, sintiendo la existencia como mal-de-ser, es demasiado joven para superar su terror. 'La niñez es como la muerte -escribirá-, en ella un sonido o un grito son inmensos fantasmas'. En ese universo desmesurado busca una ayuda: su hermana no tiene edad como para ocuparse de él, que es el primogénito; su padre, un rico armador de Marsella, por lo general está ausente; sólo su madre puede protegerlo. Esta acaba de perder unos meses antes, un hijo de tres días, y ve con espanto cómo la muerte se cierne de nuevo. Madre e hijo se aferran desesperadamente uno al otro. Pero esta protección, en el momento de la crisis, no le produce ningún alivio, y no comprende su soledad, así como no comprende que se lo entregue al médico. Entonces trata de incidir sobre esta madre cuya actitud contradictoria lo desconcierta: los accesos de cariño alternan con las visitas del médico, las sonrisas más tiernas preceden a la administración de las drogas. Se acordará de los medicamentos mezclados con dulces y al hablar de la niñez, durante su locura, retomará el tema de la golosina envenenadas". En su carta del 17 de febrero de 1932, a C. Soulié de Morant, dice que desde los 6 a 8 años ha notado "esos períodos de tartamudeo y de horrible contracción física de los nervios faciales y de la lengua". "Trece años más tarde -dice O. Hahn- volverá a hablar de estos mismos años en le n´ai rien étudié, pero esta vez será cuestionada su madre: 'Me preguntaba por qué estaba allí y qué significaba estar allí. Y en qué se plantea la cuestión y por qué plantearse la cuestión, sí, por qué plantearse la cuestión de ser o de no ser, cuando se vive y se está allí'. El niño enfermo, particularmente precoz, se plantea problemas que no puede resolver ni incluso formular: 'Eso no es lo que yo pensaba a los seis años. . . pero creo que tenía de ello el deseo, la taladrante percepción'. En esta perspectiva siente con mayor violencia todo lo que caracteriza el universo habitual del niño, 'los golpes, las bofetadas, las reprimendas, las reprimendas sempiternas a propósito de nada y de todo... Es así como yo fui niño en medio del escándalo de mi yo...'." El 21 de agosto de 1905 (Artaud tenía 8 años) muere su hermana Germaine, la cual había nacido 7 meses antes, el 13 de enero. De ella hablará al término de su vida: "Tuve tres hijas, un día estranguladas... . Germaine Artaud, estrangulada a los siete meses..." Esta muerte agrava su relación con la madre. Dice O. Hahn: "el conflicto violento que opone a la madre y al hijo permiten imaginar que en esta fecha los problemas fueron reactualizados y que Artaud, identificándose con su hermana, fue confirmado en su oposición, tal vez por la reaparición del médico con su nuevo rostro de médico-asesino... Paralelamente se da cuenta de que con su enfermedad puede actuar sobre su madre. Su autoritarismo se apoya en ella... Cuando su madre le resiste sus crisis de cólera se transforman en enfermedad. Incluso a la edad de treinta años discutir con ella lo transporta al borde de las convulsiones. La madre y el hijo se entregan a mutuas agresiones. Ella con su necesidad de proteger, de aconsejar, de imponer medicamentos y médico; él, con sus cóleras, sus exigencias, su enfermedad. Este terrorismo familiar, este vampirismo, para actuar plenamente supone una gran afección, un clima de indiferencia volvería vana toda acción. El padre, cuyo nombre edipiano era Antonio-Rey, en relación con el cuál Antonin sólo es un diminutivo, aparece en el horizonte como un bloque inatacable. Provenía de una vieja familia de armadores y de marinos en la cual el primogénito sucedía, tradicionalmente al padre. Artaud habla poco de él en su obra, pero en una de sus conferencias en México se explica con claridad: "Viví hasta los veintisiete años con el odio oscuro del Padre, de mi padre particular. Hasta el día en que lo vi fallecer Entonces ese rigor inhumano, con el que, yo lo acusaba, me oprimía, cedió. De ese cuerpo salió otro ser. Y por primera vez en la vida ese padre me tendió los brazos. Y yo, que estoy atormentado por mi cuerpo, comprendí que él había estado toda la vida atormentado por su cuerpo y que hay una mentira del ser contra la cual hemos nacido para protestar... " A los catorce años funda una revista y -según su hermana- publica en ella algunos poemas con el pseudónimo de Louis des Attides. En 1915, según la misma fuente, se produce su primera estadía en una clínica, La Rougière, cerca de Marsella. En 1916 es movilizado, pero nueve meses después es dado de baja por "sonambulismo". Según M. A. Malaussena (hermana de Artaud), "violentos dolores nerviosos" lo obligan a una serie de internaciones: en St-Dizier, en Lafoux-les-Bains, en Divonneles-Bains, en Neufchatel (Suiza), donde permanece cerca de dos años. Señala O. Hahn: "En tiempos de guerra esta existencia protegida lo confirma en su divorcio con una sociedad cuyo clima se le aparece en todo su absurdo". Para escapar a esa sociedad absurda, formada por la madre, el padre, los médicos, los enfermeros, las tradiciones burguesas, la guerra, etc. "Artaud adopta una única solución: perfeccionar su espíritu", "una victoria intelectual lo liberaría de los médicos, de su madre, le aseguraría una superioridad sobre su padre, cuya herencia podría rechazar con dignidad. El deseo de afirmarse se transforma entonces en voluntad de poder." 1920, marzo, llega a París, y se interna en la clínica de uno de los mejores psiquiatras de Europa, el Dr. Toulousse. Publica poemas y crónicas en la revista "Demain", creada por el Dr. Toulousse. Desde 1921, señala O. Hahn, toma posición contra sus padres. En el Prefacio que escribe para las obras del Dr. Toulousse escribe: "Hay cosas que destruir. Hay deformaciones del pensamiento, hábitos mentales, vicios, por último, que contaminan los juicios del hombre desde que nace. Nacemos, vivimos, morimos en la atmósfera de la mentira. Nuestros educadores, aquellos con quienes nos vincula nuestra sangre, fueron, es necesario decirlo, no consciente pero sí inconscientemente por hábito ancestral, malos consejero" (O.C.T.I. p. 341). 1921. Por intermedio de Max Jacob conoce a André Masson, M. Leiris, Limbour Salacrou, Dubuffet, quienes integrarán el surréalisme des faubourgs". En esta época se puede situar su inicio en el teatro: desempeña un papel en Les scrupules de Sganarelle de Henri de Régnier, montada por Lugné-Poe. 1922. Por intermedio del actor Gemier conoce a Charles Dullin y entra a trabajar en el "Atelier". Si tenemos en cuenta que posi blemente a fines de año anterior ha conocido a Génica Athanasiou, y al grupo surrealista, podremos hacernos una idea de la importancia del período de su vida que inicia Artaud. En el "atelier" de Dullin encuentra trabajo, compañerismo y, por primera vez, el teatro del extremo Oriente (su hermana dice que Artaud asiste, en 1922, en Marsella, a una representación combodgiana frente a un templo de Angkor reconstituído, y que allí surge en él "la idea maestra de un teatro fuera de las normas... la que sólo se cristalizará en 1931, después de una representación del teatro Balinés que suscita su entusiasmo"). La atracción que ejerce el teatro oriental en Dullin se une a la de Artaud, quien ensalza en esta época "al actor japonés, que lleva en si la cultura hasta el paroxismo, con todas sus posibilidades físicas y psíquicas". Pero la gran revelación -dice O. Hahn- "le es brindada por los ejercicios de improvisación". "Si bien se destaca en la improvisación y la creación de vestidos y maquetas, tiene inconvenientes, por. el contrario, en integrarse a la compañía. Particularmente siente horror de repetir delante de Dullin, y sus interpretaciones difícilmente armonizan con el cuadro general de la puesta en escena. Desdeñado lo verosímil Artaud impone su concepción personal: gesticula para destacar el papel de un ciego. Representando a Carlamagno sube al trono en cuatro pies", Génica Athanasiou es la primera mujer en su vida y sin duda la única con quien compartirá una especie de vida cotidiana (ver Antonin Artaud, Lettres à Génica Athanasiou). La fecha de su primera carta es de 1921, seguía recuerda G. A. 1923. Publica Tric-Trac du Ciel, del cual, en el "Preámbule" a sus obras completas, dice que es "una colección de poemas edita dos en 1922 debido a los cuidados de mi amigo Kahnweiller, editor y marchand de cuadros. Pero pensándolo bien prefiero renunciar a ellos. Este pequeño libro de ninguna manera me representa... En el mismo año comienza su correspondencia con Jacques Riviére, la que concluirá con una carta de éste Artaud en 1924 (la Correspondance avec Jacques Rivière publicada en 1927). Esta es, según O. H., "una de las obras mayores de los primeros años del surrealismo". 1924/25. Participa en el movimiento surrealista. Breton le confía la dirección del N9 3 de la "Révolution surréaliste", casi todos los textos son redactados por él; en ellos Artaud "niega la civilización en su totalidad; no quiere ni rehacer, sino inventar una nueva forma de relación humana (O. H.). En setiembre de 1924 muere su padre. Su madre se traslada a vivir en París. 1925. Aparece Le Pèse-Nerfs y L'Ombilic des Limbes. 1926. Antonin Artaud, Roger Vitrac y Robert Aron, fundan el "Théâtre Alfred Jarry". En su primer manifiesto A. Artaud dice: "La ilusión no versará sobre la verosimilitud o la inverosimilitud de la acción, sino sobre la fuerza comunicativa y la realidad de esta fuerza.. . No es al espíritu o a los sentidos de los espectadores a los que nos dirigimos, sino a toda su existencia. A la de ellos y a la nuestra. Arriesgamos nuestra vida en el espectáculo que se desarrolla sobre la escena... El espectador que viene a nosotros sabe que viene a ofrecerse a una verdadera operación donde no sólo su espíritu sino también sus sentidos y su carne están en juego. En adelante irá al teatro como va al cirujano o al dentista. Con el mismo estado de espíritu, con el pensamiento, evidentemente, de que no va a morir, pero de que es algo grave y de que no saldrá de allí intacto". Posteriormente dirá: "Tenemos necesidad de que el espectáculo al que asistimos sea único... 1927. Se produce la ruptura con los surrealistas y con Génica Athanasiou. En respuesta al ataque de los surrealistas, Artaud escribe "A la grande Nuit ou le bluff surréaliste". Escribe el escenario La coquille et le Clergyman, que Germaine Dulac llevará al cine. 1928. Los surrealistas interrumpen una representación de El sueño de Strindberg (el 9 de junio Las últimas representaciones del teatro Alfred Jarry tuvieron lugar el 29 de diciembre de 1928 y el 5 de enero de 1929, se puso en escena Victor ou les enfants au pouvoir de Roger Vitrac. 1929. Publicación de L'Art et la mort. 1930. Lee Théâtre Alfred larry et l´Hostilité Publique (en colaboración con Roger Vitrac). 1931. Se publica la adaptación hecha por Artaud de El Monje, de G. Lewis. En realidad se trata de una adaptación "concebida de un modo nuevo", dice Artaud, y agrega "habiendo leído una obra que me ha impresionado vivamente, he compuesto un relato lo más fiel posible del antiguo, pero agregándole de mi pertenencia" ; en una carta a J. Paulhan, del 13 de enero de 1931, dice: "Lo comencé / al Monje / en un estado de espíritu de los más catastróficos, en el que me creía perdido" (O.C.T. VI, p. 404). 1932. El 1º de octubre, en el Nº 229 de "La Nouvelle Revue Francaise" aparece el primer manifiesto de Le Théâtre de la Cruauté. El 1 y 2 de junio de 1927 se había representado en el teatro Grenelle Ventre brúlé ou la mere folle (pochade musicale d' Antonin Artaud). Esta obra se perdió (en el libro de Alin Virmaux, Antonin Artaud et le théâtre Robert Maguire hace un intento de reconstitución de la pieza, además se transcriben dos cartas de Maxime Jacob, quien le puso música a la m "pochade") En 1932 A. Artaud hizo una adaptación del Atreo y Trieste (en versión castellana Tieste) de Séneca, que tituló Le supplice de Tantale. También esta pieza se perdió. Según Artaud esta era la "primera de una tentativa teatral de un orden nuevo e, incluso, revolucionario". Y en una carta del mismo año a Jean Paulhan, le dice: "No se puede encontrar mejor ejemplo escrito de lo que se puede entender por crueldad en el teatro que en todas las tragedias de Séneca". 1933. Posiblemente a fines del año anterior Artaud terminó el esenario del primer espectáculo del teatro de la crueldad, se titula Le conquête de Mexique. En su carta a J. Paulhan de fecha 22 de enero de 1933 dice tener un texto "importante" que mostrarle: "Se trata del escenario... de mi primer espectáculo" En otra carta del mismo año dirigida a un destinatario desconocido (fechada el 4 de marzo), dice que "el principio no es hacer teatro de arte, y de arte separado, desinteresado sino, por el contrario, de interesar al espectador por sus órganos, por todos sus órganos, en profundidad y en totalidad... Por esto quise que mi manifiesto y este escrito afirmen mi fe revolucionaria sobre el plano más alto y el más decisivo posible..." A. Artaud publica el Second Manifeste du Théâtre de la Cruauté. 1934. El 28 de abril aparece en las ediciones Denoël Héliogabale ou l´ Anarchiste couronné. 1935. El 6 de mayo se representa la obra Les Cenci (adaptación hecha por Artaud de la tragedia de Shell y de la "crónica" de Stendhal). Dice 0. Hahn: "Cuando /Artaud/ se lanza en los Cenci es consciente de que juega su última carta... La supresión del espectáculo a partir de la 17 representación llevará al colmo la combinación de fracasos. Su salud se debilita; los directores de teatro desconfían de él; no tiene dinero... " André, Frank, secretario general del espectáculo, ha recordado: "El personal reclamaba su salario; los proveedores presentaban sus facturas.-.. Recuerdo una tarde angustiante en el teatro, donde Artaud, por primera vez, muestra su rostro crispado,