Con ilusión me acerqué a la Sala Alfonsina Storni para participar, como oyente y poeta, del diálogo propuesto, “Poesía y Vida”, entre Ivonne Bordelois y Antonio Requeni. En especial, confieso, quería escuchar a la autora de La palabra amenazada («Si es verdad que la pulsión de vida, el Eros, es la que vincula al deseo y su objeto, y el placer es la señal certera de su realización, el lenguaje es una de las manifestaciones más evidentes y universales del principio del placer»).
Con palabras precisas y atinadas Alejandro Vaccaro, presidente de la SADE, agradeció el encuentro, señalando la gran convocatoria que siguen produciendo los libros, incluso y a pesar del momento actual del país, destacando la gravitación y la importancia cultural de esta Feria.
Sin embargo, la desilusión comenzó cuando, contrario a lo que proponía la invitación, se dio inicio a una suerte de homenaje a Alejandro Guillermo Roemmers –quien esa misma tarde había inaugurado en la SADE una sala, donada por él y que llevará su nombre–, por su presentación de su último libro en París, Francia; y la próxima aparición de un libro de Sonetos de amor en Madrid, España. Para hablar del primero, se pasó un video del evento (al que asistieron conocidas figuras del ámbito cultural internacional, cine, tv., etc.) y para el segundo, previa a una “aduladora” entrevista de Nuri Escorza, se lo invitó a leer tres sonetos (incluidos en el libro a presentar).
Luego, a excepción de dos lecturas en las que me detendré, mi desilusión solo fue en aumento.
Escribirlo hoy es también recordar el gesto que hice esa noche al irme, cuando instintivamente sacudí el cuerpo para echar fuera los malos pensamientos, así como hacen los perros al salir del agua, intentando no salpicar a nadie con mi estremecimiento.
Las excepciones entonces, para no olvidarlas y para destacarlas fueron la lectura de un bellísimo poema de Ester de Izaguirre –nacida en Asunción, en 1923; muere en Buenos Aires, en 2016– “Judas”, incluido en su libro Judas y los demás (1981). Teresa Palazzo nos brindó una muy preparada y emotiva lectura de este poema del cual transcribo aquí sólo unos versos:
Ojalá me hubieras dicho: « te comprendo,
lo estás haciendo bien. Ánimo Judas».
Ellos navegaban en barcas
Que el prodigio salvaba de mares tenaces,
Yo me hundí hasta tocar fondo en los abismos
De ese mar de ser hombre y acordarse.
y luego Nélida Pessagno, que le puso la voz un gran poema de su autoría: “No soy nadie”.
Al finalizar las lecturas (con sus más y sus menos), imaginando que afuera seguía lloviendo, y que ya estaba ahí, aposté al diálogo programado, extrañada de no verla a Bordelois por ningún lado. Requeni sí se encontraba, desde temprano.
Frente a la comunicación, que se hizo en ese momento, de que Ivonne Bordelois no iba a poder estar (se rompió la cadera, pobre), mi desilusión viró entonces de la decepción a la tristeza.
En su reemplazo estuvo Beatriz Peña Schaefer, quien, imagino, fue reemplazo de último momento y no pudo preparar mucho. Requeni no aportó demasiado, más que algunas frases como que “poesía y vida son sinónimos” o que “la poesía no puede explicarse, se experimenta”, y algunas menciones a Jorge Calvetti.
En fin, este texto seguramente me va a valer la excomunión del círculo de poetas, pero antes de que finalizara el encuentro, debo confesar que me fui.
Desilusionada, decepcionada, triste.
No comprendo la ausencia de voces nuevas, jóvenes.
No comprendo la necesidad de usar estos encuentros para promociones personales. (Y lejos este comentario de ser una crítica a la obra de Roemmers).
No comprendo cómo se desperdicia un espacio y un tiempo.
No comprendo cómo no se dan cuenta.
María Claudia Otsubo – Para metaliteratura.com.ar
Buenos Aires, 28 de abril de 2019
www.metaliteratura.com.ar
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