Premios Trayectoria Fondo Nacional de las Artes 2019
Teatro Nacional Cervantes
Premio a la Trayectoria Artística – Letras: TUNUNA MERCADO
Escribir es un acto erótico. La palabra no es algo ajeno al cuerpo, a las emociones, a la vida en su totalidad
Creo que piensa que no se lo merece y la observo, de pie en el escenario, escuchando, agradecida, pero casi como si imaginara que no le corresponden a ella, las justas, hermosas, palabras con las que María Negroni le entrega el premio. Porque así es Tununa, incapaz de creérsela, y, sin embargo, una escritora crítica de la realidad (imposible apartarla de la mirada persistente y aguda que se traduce en su compromiso político) y también de sí misma y su obra.
Ingresé al universo literario de Tununa Mercado por Canon de Alcoba[1], una puerta que me conectó con su narrativa, plena de erotismo, deslumbrante. Así es que, y desde entonces, su obra –y lo que me fue transmitiendo luego en las tan placenteras visitas a su casa– me atravesó y no deja de hacerlo al momento de crear mis propios poemas y cuentos.
Puedo decir entonces que Tununa es, por lo tanto, una influencia decisiva de mi escritura, con el agregado feliz de que ella, además, está ahí, al alcance, con su calidez de mujer que sabe de qué tratan las cosas, las que importan; con su mirada que intenta rastrear mis huellas, como si también yo fuera ante ella un texto que hay que conocer y desentrañar para querer.
Pero además y, sobre todo, está su obra.
Entonces regreso a Narrar después y al texto que ella misma escribe para la contratapa: “…los textos que integran este libro fueron todos escritos a pedido de alguien […] El pedido fue y es un llamado, es como el encendido de un motor, desencadena la marcha, establece el rumbo del andar…
Y sé que me identifico en este acto manifestado por Tununa; incluso su misma escritura se convierte en el impulso que facilita teclear las palabras para esta reseña. Sin embargo, ambas sabemos que debe existir ese movimiento, ese “desencadenante” para que se posibilite la conexión. Por eso, leerla y escribir han sido, y son, dos actos que se han producido siempre en simultáneo frente a sus textos: primero con las notas al margen que comienzo a desplegar en el mismo libro; luego, en las líneas de los poemas que crecen en el diálogo posterior con su escritura:
En el desorden de los olores
se abren tus pechos
mientras, más allá,
ecos de roces
y sábanas extendidas
duermen a resguardo
en los cuartos oscuros. [2]
Nada más propio entonces que lo ajeno que se fusiona con el cuerpo de la escritura […] no para parasitarse sino para producir intercambio e interrelación[3], me dirá en esta conversación que he procurado establecer con la escritora luego de la entrega de Premios.
Pero eso será después, no aún en esta tarde que nos convoca cuando solo la veo subir, con calma, lentamente, al escenario del Cervantes, como ajena a tanto merecimiento, recordándome al instante, tal vez, ese relato de la niña lacerada por un alfiler de gancho, la que cuenta que sale a escena atravesada por un puñal, la que nos confiesa: esa punzante sensación no me ha abandonado. Nunca le dije nada a nadie sobre este incidente, sólo Sor Serafina lo supo. Desde aquel día nunca quise estar en ningún escenario.[4]
[1] Canon de Alcoba fue publicado en 1988
[2] “Antieros”, en Respiración Artificial, María Claudia Otsubo - 2016
[3] Narrar después, Tununa Mercado, 2003
[4] “Cuerpo de pobre”, En estado de Memoria, Tununa Mercado, 2013.
Ana Abregú.
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