Parálisis dextrógira
No hay piel que valga veinte onzas de almas oníricas perdidas en el tiempo. El culpable debe pagar.
Cuando Ranmacell esté entre su espíritu y su cuerpo, a media luz del amanecer; en ese momento, cuando su grito no pueda emerger y su cuerpo no responda, voy a coagular ese maldito esparadrapo con cinco sonidos adversos; una vez inmovilizado el desgraciado, introduciré al gato negro en sus entrañas.
El impávido
Partí junto al sol de la tarde, hacia el lado oscuro de la cordillera occidental; dejé atrás la estepa y un millar de emplumados maceguales cercenados.
Al cabo de dos kilómetros, me elevé un par de metros en medio giro para observar si los serafines están limpiando el territorio de la escena.
Éstos eventos no son fáciles de olvidar, así como la vez que me ordenaron degollar los faunos.
Qué será para el próximo milenio.
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