Esta versión lleva adelante, en detalles, la descripción escénica que expresó el propio autor sobre cómo representar la obra y sus significaciones; el argumento es reconocido, por lo que las múltiples expresiones cargan un designio: la necesidad de crear originalidad, reinterpretación de imágenes, diferencias que deben suscitar movimientos novedoso, relación de contigüidad y desplazamiento con las diferentes versiones pero individual a su vez, expectativas que se cumplen cabalmente en esta puesta.
Los elementos en el escenario, humo, flores y más precisamente el olor, no muy agradable, perturbador, incómodo, coloca la palabra muerte sin necesidad de ser pronunciada.
Los personajes, hombres como mujeres, las criadas, basculan entre cambios de roles –o ensayos de un crimen– alternan un juego de permutaciones entre la Señora de la casa y sirvientas, las hermanas Solange y Clara donde se pone en marcha un artefacto de caricaturización de la personalidad de la Señora.
En las ocasiones en que la Señora aparece hay un giro hacia la realidad, las criadas se calzan en su función; el switch en el rol de criadas a criada y Señora y el cambio de roles se va estrechando, lo que marca el tempo hacia la epifanía del desenlace.
El maquillaje presenta, a su vez, un narrativo que coloca las expresiones a un nivel espacial propio, flotando en sus peculiares signos, intensificados, conformando un paisaje que remite a otros, zombies, locos Adams –espejos de nuestra actualidad–, que confirma el deseo del autor sobre esta obra, lo ecléctico y la intención de no cristalizarse en un único referente, y sobre todo, de que no haya una representación de la realidad, sino la puesta de un artificio teatral –a la que le incorporó sugerencias de como ser representada, en 1947, la primera puesta, el epígrafe de esta nota es un fragmento de ese texto– de la que no solo pretende no ser denuncia, sino un retrato entre amos y sirvientes y el resentimiento que ello siembra, sino una visión abarcativa y plural: cuerpos despersonalizados de género.
La figuración escénica se acentúa con la significación de colores, blanco, negro; con fronteras y marcas de crisis entre opuestos: la esclavitud es doble, las criadas dependen de la Señora, quien a su vez depende de las criadas; los gestos de “afecto”, dádivas –el “privilegio” de recibir ropa descartada por la Señora– se tornan en antónimos en la representación de las criadas; el estatus de criadas traslada el trasfondo de la “dulzura” calculada de la Señora en discursos devastadores con que justifican la fantasía del asesinato.
Hay un interesante juego de palabras con las denominaciones peyorativas de la sexualidad introduciendo el humor ácido, “esputo”, por escupir, de clara connotación, entre otras; lo que incorpora un nivel de exposición estructural del arte de la dramaturgia: la palabra desterritorializada, el fragmento y la unidad se confrontan en el humor y el horror.
Hay un vértigo producido por la vacilación entre fantasía y hecho, las criadas escenifican el asesinato de la Señora, y los objetos se personifican, parecen boicotear la realización; dice Clara: los elementos de oponen, la alfombra se enreda en los pies, el reloj de niega a acomodarse en el cajón, etc.
En la pluralidad de referentes hay relaciones que sobresalen: la vestimenta negra, maquillaje negro y detalles de estética gótica; movimientos entrecortados propio del gesto de fijar una imagen significativa y punzante hacia el espectador –como el efecto de las bolas de espejos y luz, pero sin la bola, reproducida solo con el movimiento cinético de los actores– logro que resulta en fascinación hipnótica; el conjunto de muecas y gestualidad corporal impacta más allá del guion.
El vestuario compone un narrativo polifacético: las cofias de las criadas podría asimilarse a la forma de mitra obispal, con las cintas colgando en la espalda, también llamadas ínfulas; ínfulas, según el diccionario: “presunción o pretensiones arrogantes"; adjetivo que sobrevuela alrededor de la manifestación del poder de la Señora y su réplica, la representación de Clara. Entre Clara y Solange, también hay un intercambio, cuando Clara es la Señora, Solange es Clara.
Ocurre en el cuarto de la Señora, lujo y comodidades en contraste con el altillo donde viven las criadas, precario y con hedor. El olor ambiental a flores regadas en el piso, la atmosfera de bruma y oscuridad componen el protagonismo del sentido del olfato.
No es solo una obra de dramaturgia, es una puesta en arte sobre una obra con un montaje como capas geológicas que refieren a géneros heterogéneos, no solo de sexos, sino de retóricas que trasciende su época.
Especial genialidad en el rizoma de escenas de la Señora. Dejo esta frase con el deseo de impulsar a recalcar esta genialidad que transgrede principios fundamentales en la composición actoral llevando a un paso más allá los condicionantes de tiempos y representación, una irreverencia acertada que transpasa un umbral entre representación y ficción narrativa que destruye la sujeción entre actor y personaje, director y personaje. Excelente acompañamiento de imágenes proyectadas y sonido.
Fue la última puesta del 2024, pero volverán en marzo y abril de 2025, felicitaciones al elenco.
Ficha técnico artística
Autoría: Jean Genet
Actúan: Fabián Pedroza – Alberto Romero – Juan Rutkus – Darío Serantes – Miguel Ángel Zandonadi
Maquillaje: Juan Rutkus
Diseño de vestuario: Miguel Angel Zandonadi
Diseño de luces: Diego Alonso
Redes Sociales: Nico Matías Urra
Fotografía: Evann Violeta
Diseño gráfico: 3boxes
Prensa: Pablito Lancone
Director asistente: Fabián Pedroza
Dirección: Darío Serantes
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
ITACA COMPLEJO TEATRAL
Humahuaca 4027 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 75493926 WhatsApp 11 6669 4027
Viernes - 22:00 hs - Hasta el 29/11/2024 y Del 07/03/2025 al 25/04/2025
Ana Abregú.
www.metaliteratura.com.ar
Literatura latinoamericana
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