Se inauguró la muestra de Xul Solar 8/3/2005 Arte Exposiciones De interes "Visiones y revelaciones" congregó a gran cantidad de gente joven, en el Malba Pese a la intensa lluvia, mucha gente, principalmente jóvenes, se asomó anoche al universo de Xul Solar, en la inauguración de la muestra "Visiones y revelaciones", en el Malba, integrada por más de un centenar de obras y documentos provenientes en su mayoría de la Fundación Pan Klub y del Museo Xul Solar, además de colecciones públicas y privadas. Entre las piezas en exhibición se destaca un ejemplar de la primera edición de "El idioma de los argentinos" (1928), de Borges, ilustrado por Xul. Por: La extraña Pese a la intensa lluvia, mucha gente, principalmente jóvenes, se asomó anoche al universo de Xul Solar, en la inauguración de la muestra "Visiones y revelaciones", en el Malba, integrada por más de un centenar de obras y documentos provenientes en su mayoría de la Fundación Pan Klub y del Museo Xul Solar, además de colecciones públicas y privadas. Entre las piezas en exhibición se destaca un ejemplar de la primera edición de "El idioma de los argentinos" (1928), de Borges, ilustrado por Xul. Borges definió la pintura de su amigo como "un mundo metafísico en que los dioses toman las formas de la imaginación que los sueña". Pocos conceptos son más acertados para describir ese repertorio de símbolos, formas geométricas y alusiones esotéricas que expresan la avidez espiritual del artista. Xul fue un hombre de clase media alta, formado intelectualmente en Europa tras doce años de residencia y que volvió al país en 1924, con su amigo Pettoruti. Se lo sindica como el propulsor de la modernidad plástica latinoamericana. La gran retrospectiva -curada por una de las mayores estudiosas de su obra, Patricia Artundo- muestra a Xul como un esotérico. "Un hombre que propuso un modo de vida trascendente a través de una pintura cifrada en los más disímiles y herméticos saberes", dice la curadora. De ese núcleo de ideas Xul rescató lo que consideró válido para el progreso espiritual del hombre y lo volcó en sus invenciones plásticas. Carta astrológica La exhibición se abre con la traducción plástica de la carta astrológica de Xul, nacido bajo el signo de Sagitario. Sus primeras pinturas europeas son pequeños paisajes desolados, derivados de la técnica impresionista, como en "Al Lussemburgo", un bosque frondoso con verdes refulgentes enhebrados por finísimas pinceladas. Sin embargo, Xul rápidamente asimiló esa síntesis entre el expresionismo y el simbolismo que marcará su pintura. En "Nido de fénices", en "San Francisco", que ora en la cumbre de una montaña, o en "Entierro", exterioriza sus desvelos: la reencarnación y la vida signada por la oración. Instalado en el Piamonte, pinta los espacios comunitarios de la religiosidad: fachadas de catedrales y detalles de sus interiores, inspirados en el Duomo, de Milán, y en la Sagrada Familia, de Gaudí. Es hacia 1920 cuando introduce textos en neocriollo en sus obras, como en la acuarela "Imitá mi pax". Explica Artundo: "Xul refuerza su pintura con un letrismo que surge de sus investigaciones lingüísticas. Así, el neocriollo será el nexo para su proyecto de unificación espiritual de América latina". Todo un sincretismo religioso e intelectual se traslada de manera simbólica a sus obras. Aparecen las serpientes, que en la filosofía no occidental representan la sabiduría, y "Tlaloc", el dios azteca de la lluvia. Es en su célebre "Drago", de 1927, cuando Xul puebla de banderas latinoamericanas a un dragón y a un indio emplumado e "invierte los espacios de dominación para imaginar la victoria del hombre nuevo latinoamericano frente al europeo", apunta Artundo. Bajo la guía del ocultista inglés Aleister Crowley, Xul aprende a tener visiones y en los años 30 no sólo las transcribe en un libro inédito, San Signos, sino que también las lleva al papel como en "Visión en fin del camino". En ese mismo núcleo, se exhibe "Vuel Villa", la famosa ciudad voladora, que surca los cielos para unir hombres y culturas, una de las obras clave de su producción. En los años 40, Xul restringe su paleta al blanco y negro, y esboza espacios geográficos con ascensos que evocan las dificultades para alcanzar el conocimiento superior. Los últimos tramos están dedicados a lo que él imaginó como espacios comunitarios en el Delta, a las "Grafías plastiútiles" -textos que incluyen máximas morales-, a sus "Pan trees" o "Arboles de la vida" y a los retratos de líderes espirituales. Allí están San Pablo, San Ignacio, el rey Wen, creador del I Ching, y Jesucristo. Ellos han vivido en contacto directo con lo divino, que fue la gran aspiración de Xul Solar. Loreley Gaffoglio Link corto: http://www.lanacion.com.ar/713603