A vos te conviene que yo no tenga mal gusto
Tenías miedo,
Profundo miedo,
De volverte una pilcha más de mi ropero.
Que yo te calce como me calzo una enagua,
Una camisa esmeralda a rayas naranjas.
Y que por la noche,
A la vuelta de los sudores,
Te enchufe una percha de "Casa Tía",
O una afanada de un hotel,
Con la inscripción delatando,
Y te deje vertical hasta nuevo aviso.
Tenías miedo, Profundo miedo,
De decirme: "Tenés mal gusto".
Por que, a fin de cuentas,
Eras una de las cosas que yo elegía;
Eras, purreta, una buena porción de mi estética.
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