R.P.:Italo Calvino decía que él construía sus ficciones a partir de imágenes visuales fuertes que lo atrapaban. El título de tu novela ya es una imagen potente. ¿Cómo influye en vos las artes plásticas en tu composición?
D.A.V.: En mi caso lo visual y lo escrito -u oral- forman parte de una cosmovisión -hermosa palabra derivada del alemán Weltanschauug, la Real Academia a veces hace cosas acertadas- que se amalgaman en la narración. Quizás debería agregar los sentidos del olfato y del gusto: una magdalena una taza de té de tilo para Proust, un daiquiri helado para Hemingway, un cerdo salvaje ahumado para Carpentier. En mis tres novelas aparece la relación de lo ficcional con las imágenes visuales: en Confesiones de un Dandy, -ambientada en Buenos Aires entre 1922 y 1923- uno de los protagonistas es un marchand y falsificador de cuadros que lo conoció a Marcel Duchamp en su breve estadía en la ciudad. En Jorge Newbery el señor del coraje, las imágenes visuales están relacionadas con las experiencias del protagonista volando globos aerostáticos y aeroplanos y en la descripción de paisajes, noches, amaneceres y tempestades. En Variaciones Turner parto del análisis de un cuadro de William Turner, El Combatiente Temerario remolcado a su último fondeadero para ser desguazado, 1838, y desde allí voy tramando el relato. Ahora, la relación de las artes plásticas y la narrativa es antigua, ya Horacio sentó jurisprudencia cuando dijo "Ut pictura poesis" -así como la pintura es la poesía-. Y una figura retórica sintetiza esta reflexión, la écfrasis, no registrada en el diccionario de la Real Academia que pone un sinónimo "hipotiposis",-"descripción viva y eficaz de alguien o algo"-. En literatura esta relación de lo descriptivo con la narración forma parte de una antigua tradición, desde el escudo de Aquiles en Homero hasta Almas Muertas de Gogol; en esta novela, la descripción del entorno de propiedades y casas de los protagonistas da lugar para describir sus personalidades y accionar. Por lo tanto no he inventado nada nuevo, simplemente adhiero a una estética y una tradición.
R.P.: ¿A la hora de plantearte la historia, hacés algún trabajo con lo real?
D.A.V.: En primer lugar con mis narraciones y mis lecturas sucede algo raro, tengo una bitácora o cuaderno de deriva tanto para leer como para escribir. Pero como siempre cuando uno viaja o se desplaza surgen imprevistos que alteran la lectura y la escritura. Por lo general las historias o las narraciones me encuentran. No así cuando escribo un texto ensayístico, pero también en éstos surgen vientos, corrientes y tempestades que me llevan por rumbos desconocidos, desde los cuales debo tomar mi derrota -en el sentido náutico-original. Como verás, para mí la digresión es un estética. Pero sí, todos mis relatos tienen una fuerte relación con lo real, aunque esta se manifieste de manera metafórica o anacrónica. De allí que siempre estos relatos van precedidos -y acompañados durante su escritura- por una documentación basada en hechos reales para luego inventar o mentir sobre ellos. Es como el viejo "Juego de la Oca", lo importante no es llegar al final, sino los percances que van ocurriendo en el juego.
R.P.: ¿Tomás algún resto de realidad al escribir alguna historia?
D.A.V.: Creo haber contestado a esta pregunta en mi respuesta anterior, pero añado. Aún en la narrativa fantástica hay "restos diurnos" de la realidad. Aunque, como le dice el fiscal al periodista en la película Maten al mensajero, "Algunas historias son demasiado verídicas como para ser contadas." No obstante, estos "restos de la realidad", aparecen en mis novelas ni bien encuentran su "nicho ecológico narrativo". De mis experiencias en el gimnasio, el ring y de las charlas en el camarín cuando practicaba box, surgieron diálogos y reflexiones de Jorge Newbery; de los años en que cursé la Maestría en Arte Argentino -y de las monografías escritas- surgieron reflexiones que fueron reescritas en Variaciones Turner; de mis relaciones y experiencias con el mundo aeronáutico y el paracaidismo deportivo -allá lejos y hace tiempo- la posibilidad de esbozar la personalidad de Jorge Newbery. En estas vivencias incluyo mis lecturas, en particular la de Jorge Luis Borges, en todas mis novelas aparecen diseminados párrafos y glosas de su obra hasta tal punto que, si me lo propongo, se me hace difícil encontrar estos fragmentos.
R.P.: ¿Pensás en atraer al lector? ¿Tenés alguna estrategia para hacerlo?
D.A.V.: Jamás pienso en el lector al momento de escribir -sí, en los protagonistas de mis relatos o novelas y en que la historia debe ser coherente para ellos dentro de ese mundo ficcional-. De hecho siempre sostuve que escribo para pocas personas. Pienso que cuando un lector toma un libro se sube a un ring. Hay una vieja expresión norteamericana acuñada a finales del siglo 18 o en el 19 "Throw your hat into the ring" -arroja tu sombrero en el ring-, hace alusión a que alguien acepta un desafío. La idea era que, cuando llegaba un circo al pueblo solía traer en su troupe a un luchador o un boxeador que desafiaba a los bravos de la comarca a combatir con él. Quien aceptaba el reto tiraba su sombrero al ring. Eso es lo que hago cuando escribo, varios amigos me han observado "que no le tengo ninguna piedad al lector"; tampoco pretendo que el lector la tenga con mi obra. En lo personal desconfío de los libros que puedo leer de manera lineal, sin tener que retomar la lectura de páginas ya leídas. Por eso, desde mi adolescencia tengo la costumbre de leer -cualquier cosa: diarios, revistas, libros- con un lápiz en la mano. Puedo leer sin anteojos, no sin un lápiz. Si tuviera que definir una estrategia para escribir y para atrapar al lector diría "mi regla es: no se dejen engatusar por lo que están leyendo". Si es válido aquello de que "cocodrilo que se duerme termina cartera" podríamos decir que "lector que se confía termina siguiendo booktubers."
R.P.: ¿Te interesa la verdad histórica?
D.A.V.: Para nada. Muchas historias han sido escritas por los ganadores; otras, las menos, por los perdedores. Este es el caso de la Guerra Civil Española por ejemplo -y esta observación la tomo del historiador Anthony Beevor-, casi toda la historiografía seria está escrita por partidarios del bando republicano. Por supuesto que pienso que Franco y su horda fueron unos canallas, pero sería bueno leer una versión rigurosa y documentada de esa guerra escrita por un historiador pro franquista -o "bando nacional" que fue el autónimo que se aplicaron los reaccionarios golpistas-. En febrero de este año estuvimos con Beatriz en Estambul, habíamos preparado con mucho cuidado ese viaje, yo había leído bastante de la historia de Turquía a partir del siglo XIX al presente. Pero una vez allá descubrimos que, por debajo de la ciudad, sobre todo en el casco histórico de los dos lados del Cuerno de Oro, había rastros del imperio Bizantino y del asentamiento genovés en el barrio Pera. Desde que llegamos llevo leído tres libros sobre Bizancio y la caída de Constantinopla en 1453, y veo que los turcos en la época de la expansión del Imperio Otomano no fueron tan salvajes como los pintaron sus contemporáneos europeos -la "verdad histórica" europea-. Te diría que los sultanes otomanos fueron mucho menos despóticos, y mucho más tolerantes con otras religiones y pueblos conquistados, que los monarcas occidentales de ese período.
R.P.: ¿Cómo es tu biblioteca?, ¿qué autores te gustan?
D.A.V.: Caótica. Leo muy poca ficción, me interesa la historia y teoría del arte, algunos aspectos científicos y ensayos. Leo y releo Borges, Siglo de Oro Español y literatura clásica; también historiadores -sobre todo anglosajones- y teóricos de arte y estudios visuales -Gombrich, Panofsky, Ginzburg-. En lo particular me interesa la historia de la cultura y el arte entre el fin de la Primera Guerra Mundial y el fin de la Guerra Fría. Mi tránsito por la narrativa contemporánea es parco y ahora que me lo preguntas veo que casi la mayoría de los autores de ficción que me interesan están muertos y gloso a Quevedo por aquello de "Retirado en la paz de estos desiertos, / Con pocos, pero doctos libros juntos, / Vivo en conversación con los difuntos, / Y escucho con mis ojos a los muertos." Prácticamente no leo autores argentinos y pocos contemporáneos. En esto tiene mucho que ver mis prejuicios de librero y mi formación en letras, en la práctica hojeo todo lo que se va publicando en narrativa, teatro y ensayo en nuestro país. Mi conclusión es casi siempre la misma -prejuicio de librero y de licenciado en literatura- "¿Vale la pena leer esto si todavía no he terminado con las obras completas de Luciano de Samosata?" -ya aclaré que tampoco me interesa saber quiénes ni cómo me leen-.
R.P.: ¿Estás leyendo algo que te interese?
D.A.V.: En lo que hace ficción, desde el año pasado irrumpió en mi biblioteca la narrativa francesa contemporánea y en 2015 leí a Pierre Lemaitre. En el viaje que hice este año pasamos de Estambul a París y de allí a Lisboa. De París me traje dos libros que tenía marcados al momento de comprar los pasajes: Boussole y Parle-leur de batailles, de rois et d'éléphants, de Mathías Enard. Hace tres semanas, a raíz de un artículo de la revista dominical del diario El País, descubrí a Emmanuel Carrére, ya compré Limonov traducido al español. De Lisboa, volvimos con varios libros de Lobo Antunes -siempre quise leerlo en portugués-. Como verás, en lo que hace a narrativa, este será mi "año franco lusitano". En otros temas estoy leyendo una historia de los árabes y otra sobre el Islamismo y tengo en espera una hermoso estudio de Gian Carlo Calza Ukiyoe -el mundo flotante- la estética de las litografías japonesas realizadas entre el siglo XVII a las primeras décadas del XX.
R.P.: ¿Tenés en proyecto alguna historia nueva?
D.A.V.: En primer lugar terminar con una traducción -anotada- y el prólogo de una compilación de proverbios Creole, Gombo Zhèbes, hecha por Lafcadio Hearn en 1882. En lo que hace a narrativa, estoy trabajando con un libro de relatos en el que mi singladura -de nuevo con términos náuticos- es lenta pero constante. También estoy leyendo, tomando notas y escribiendo pequeños fragmentos de diálogos o descripciones para una novela -empezada hace tres años y demorada por la conciencia de lo ambicioso de mi proyecto y de mi ignorancia enciclopédica del período histórico- que estará ambientada en Nueva Orleans en el siglo XIX.
Lic. Raquel Poblet.
Danilo Albero Vergara es licenciado en letras, narrador y librero. Su última novela, Variaciones Turner, ha sido comentada en diversos medios por escritores, críticos y editores.
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