METALITERATURA

Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes 2021.



Poca madre/ Leer en el patio

9/16/2024 Entrevista

Memoria, escritura y genealogía, una entrevista a Tununa Mercado

Denise Pascuzzo

 

Denise: La primera pregunta tiene que ver con la génesis de los textos y en relación a la coyuntura de escritura, al acto de escribir. Quisiera que me comentes algo respecto de los tiempos de edición y escritura de los libros. El primer libro es Celebrar a la mujer como a una Pascua (1967), y luego se produce un salto hasta 1988. Más allá de las fechas de edición, ¿cómo viviste la escritura en aquellos años? ¿Podría decirse que continuó la escritura en esos años y el fruto de ese trabajo puede verse en 1988? ¿Cómo fue esa escritura? Publicaste con Jorge Álvarez en 1967 el libro mencionado y Canon de Alcoba aparece en los ochenta. ¿Vos seguiste escribiendo en todos esos años?

 

 
Por:   Pascuzzo Denise

Tununa: Sí. No es que en 1988 haya escrito ese libro, sino que fue producto de escrituras previas. Pero ese primer libro (Celebrar) no es que yo dijera “voy a escribir un libro”, sino que en ese momento empecé a escribir estos textos. En un momento dado,  me parece que yo estaba embarazada de mi hija, o no recuerdo si ya había nacido, lo que sea. Pero la cuestión es que empecé a hacer yo esos textos, pequeños relatos, y en ese momento era, pongamos por caso mi hija nació en junio y en ese momento se podían mandar textos al concurso Casa de las Américas. Entonces, yo lo mandé, sin decir nada a nadie, y estando Noé (creo que ese año fue jurado de ensayo en La Habana), se enteró que mi libro había recibido una mención y que incluso algunos lo habían propuesto como primer premio. Pero bueno, ese hecho hizo que Jorge Álvarez pensara que lo podía editar. En realidad, no sé si estrictamente Jorge Álvarez, sino Pirí Lugones, que trabajaba en esa editorial. Y ella me llamó y me dijo: “Mirá, ganaste una mención, podríamos publicarlo”. Y yo le respondí que encantadísima, que por supuesto. Entonces, ese libro se publicó y nosotros justo en ese año, que fue en 1967, nos fuimos a vivir a Francia. Entonces, yo ese libro no lo tuve en el momento de salir y fue mucho después que pude tenerlo. Incluso, creo que no lo tengo ahora. Bueno, ese original fue reeditado, pero no tengo ningún ejemplar, no sé qué pasó con el editor, me dio unos cuantos, yo los regalé pero ya se perdieron. Y con unas ilustraciones muy buenas de una artista, Guadalupe Marín. Fue muy interesante porque, en esa edición última, pusimos lo que había publicado sobre ese libro Tomás Eloy Martínez, después de su lectura del libro. Hay una anécdota porque él entró a la redacción y estaba una amiga mía, que era periodista ahí, y dijo: “¿Quién conoce a Tununa Mercado?” Y entonces, mi amiga dijo: “Pero si es amiga mía, es la mujer de Noé”. Entonces, es muy interesante porque él dice en esa nota: “Si ella no escribiera ninguna otra cosa más, ya sería suficiente con este texto”, todo un elogio precioso. Y como salió en Primera Plana una foto mía y salió el texto de Tomás, en la edición última incluimos su reseña.

La cuestión es que esa primera edición de Jorge Álvarez la vi cuando regresé a la Argentina, tres años después. Ese libro ya había circulado. En fin…

Ya a partir de ahí yo dejé eso, y bueno, vinieron una serie de avatares políticos, personales, de todo tipo, y no es que decidiera que no iba a escribir, sino que no estaba en mi proyecto. Supongo que yo pensaba que quería seguir escribiendo, pero no te creas que era la dimensión de ser una escritora. Después yo entré a hacer periodismo. Entonces, dejé un poco… Me encaminé hacia otra cosa, que viene a ser lo mismo, porque en definitiva escribía.

Denise: ¿Considerás que escribir es escribir en cualquiera de sus géneros?

Tununa: Sí, se trata siempre de escribir.  

Denise: Se puede observar en tu obra en general y en particular en Canon de Alcoba un trabajo con los sentidos y los cuerpos: la mirada, los olores, las especias de la cocina; hay un trabajo sobre el erotismo en tu escritura. Por su parte, en los textos que componen Canon de alcoba el deseo se presenta en términos de un rasgo inquietante, amenazante, del mismo modo que se exhibe como aquello difícil de alcanzar y de definir (en el relato “Espejismos”, a modo de ejemplo, se presenta como lo que yace debajo, en una dimensión subterránea y de algún modo evanescente e inasible). De este modo, el objeto de una incesante búsqueda, el hueco, el vacío, la plenitud, la libertad, la amenaza o el dolor podrían ser algunas de las formas a partir de las cuales el erotismo y su lógica se ponen de manifiesto en los textos. ¿Te resuenan estas reflexiones, te parece que hay una posible lectura de tus textos en ese sentido?

Tununa: ¡Perfecto! Casi no tengo qué contestar.

Denise: ¿Vos tenías como inquietud este componente erótico a la hora de escribir los textos?

Tununa: No, pienso que yo no me impuse nunca hacer una literatura erótica. Es mi relación con la escritura, que quizás de ese modo se introduce el erotismo. Es decir, como que es eso lo que me lleva, en algún momento, de manera explícita, en el cuento, a los cuerpos y en otro momento a la materia. Y por ejemplo, hay un texto que se llama “Y todavía vibra”, que son caballos. Y una amiga me dijo: “Es el texto más erótico de todo el libro”, y yo no me lo había propuesto. Pero ella me lo decía por el encadenamiento, por la forma en que eso transcurre. O sea que yo no tengo una definición clara de lo que es, para mí, la literatura erótica. Es decir, yo pienso que se me dio escribir así. Pero más allá del tema, no es una cuestión de tema, es un movimiento de escritura. Por ejemplo, hay una serie de textos que son “Pájaros”. Eso todo está formulado… Creo que eso yo lo tengo escrito en algún lado, pero no sé si en esos libros. No me acuerdo. Pero hay uno en que digo directamente algo así sobre la literatura y la erótica.

Denise: Entiendo igual que no se trata de que el escritor se proponga hablar sobre tal o cual cosa, sino que más bien la escritura es algo…

Tununa: No, era mi universo, entonces puede ser el Eros, puede ser la muerte, puede ser la memoria. Incluso textos que tienen que ver con la memoria, también tiene una relación que se podría decir, no erótica, sino con ese enigma de los sentidos. Pero bueno, calificada en ese orden, he recibido muchas ponencias, cosas, monografías, sobre la literatura erótica de Tununa Mercado.

Denise: Podría decirse que en la instancia de lectura resuena algo de lo que vos escribiste.

Tununa: Quizás sea como una especie de acento, en cierto modo una cualidad que se me da espontáneamente, en el trabajo con la palabra.

Denise: En relación a la cocina, hay una mención, por ejemplo, en “El brillo”, uno de los textos de Narrar después, de las recetas (Libro de cocina de Sor Juana). Pensaba que allí confluyen la cocina, deseo y escritura: A partir del Libro de Cocina del Convento de San Jerónimo, que escribió Sor Juana con treinta y siete recetas, dice tu texto:

…los diminutivos tranquilizadores de la pizca, el tantito, o el femenino de una poca de, no pretendían disimular la orgía de cuarenta chiles tostados […] Pero no nos dejemos tentar por la enumeración, nunca caótica, sino regulada por las leyes del crescendo que seguramente desplazaba a otros objetos del deseo de las celdas de clausura.

La receta es ‘taller’ de oficio y taller de escritura. Tiene su canon de género desde antiguo y evolucionó como forma […] despojada de subjetividad, como si al enlistar la materia como preámbulo –los ingredientes– se hubiera querido homologar la preparación a la química, la prescripción médica […] En esa progresión no hay sin embargo otras garantías que la destreza de quien oficia y la expectativa de que se cumplan sus intuiciones. Si regresa como “texto” es porque la materia y el proceso que le ha dado origen no se deja domeñar en una fórmula así como así; tal vez incluso ese afán prescriptivo se fue dando para circunscribir las emociones del cuerpo que la materia desata […] Pero si los melancólicos creyeran que una receta va a restituirles el sabor perdido, se equivocan. Nunca será igual […] Cuanto más, podrán hacer con ello literatura, la única “cocina” donde la huella se revela y se destaca; la única fábrica donde se restaura lo que, literalmente, se ha desentrañado. ¿No es acaso una cuestión de vísceras? […] “…el banquete ilustraba la unidad del cuerpo y el espíritu en la palabra” (p.13).

Tununa: ¡Qué bueno eso! A propósito de las recetas de Sor Juana… Qué bárbaro, ¡cómo has leído, querida! [Hojea su propio libro]. ¿Por qué no escribiré así ahora? El brillo era lo del locro.  

Denise: ¡Sí! La preparación que se agrega al locro al servirlo.

En relación a la memoria en tu literatura, también observo una especie de preocupación a propósito de la escritura o la literatura (vos lo mencionás como “taller de oficio”) intentando restaurar cierta dimensión experiencial que inevitablemente se va a perder. Es decir, los sabores, las sensaciones, esa receta que intenta escribirse para poder repetirse y recomponer aquello que no va a poder retornar del mismo modo. Quería preguntarte si había sido para vos una preocupación lo sensorial, o si te resuena este elemento, en términos de la escritura tratando de recomponer y construir eso que se escurre. El deseo se escapa, la memoria parece escurrirse, y es la literatura o la escritura, más bien, la que trata de recomponerlos.

Tununa: Seguramente este “brillo” se vincula con el primer texto de Canon de Alcoba, y se vincula con todo lo que tiene que ver con el mercado, con los sabores, los olores. Todo eso que se despertó tan fuertemente en México. Porque México sí que es como una especie de escenario de sabor y de color, que seguramente a mí me golpeó muchísimo. Y lo cierto es que la dimensión de la comida ahí es tan fuerte y tan inaugural, que creo que un paladar como el argentino, cuyo límite está dado por la carne, enriquecido a lo largo del tiempo, por supuesto, pero cuando uno llega a México se abre a un abanico de gusto y relaciones con el sabor, con la comida. Es apreciar eso. Quienes no pudieron entrar a eso, gente que fue con el prejuicio sobre el chile, el prejuicio sobre lo picante, el prejuicio típico del argentino medio que llegaba y seguía comiendo un bife, eso es una limitación del espíritu. No viajes, entonces, no vayas al África, no vayas a Marruecos, no vayas a Grecia o  a Francia, donde los sabores o el llamado del gusto es permanente. Pero hubo gente que no toleró eso, que sufrió mucho porque permaneció encerrada. Poco a poco algunos otros sí, pero no creo que haya sido generalizado. Yo siempre hablo de un caso, que yo todavía hago broma, ¿seguirá comiendo bife en México? Entonces, forma parte de esa plenitud de un país como México, en donde el color, el sabor y el idioma, y las distintas variaciones, los distintos acentos, las distintas lenguas y culturas, yo creo que esa riqueza fue un privilegio, y yo creo que quien lo pudo aprovechar, pienso que a lo mejor impregnó también lo que hacía. Fue una incitación que, desde luego, la experiencia de vida siempre se traslada a lo que uno hace. Pienso que es eso. No es que yo tuviera una escritura diferente por el hecho de estar en México, pero sí la lengua tuvo mucho que ver, porque la lengua de los mexicanos, durante mucho tiempo estuvo muy presente en la forma en que yo hablaba, no solamente en el tono sino en las maneras de decir. De pronto me decían que eso era mexicano. Pero también yo tengo un pasado cordobés, por ejemplo, que solamente lo detecta alguien cordobés. Yo estaba con una amiga cordobesa y me decía: “Ay, no te puedo creer, acabás de decir una cosa que no oía desde que era chica”. Un uso que detecta ella por ser de Córdoba. Bueno, lo mismo pasa con México, y bueno, es una hipótesis que te puedo decir, acerca de cómo en el texto puede aparecer la cocina, los sabores. Siempre me gustó cocinar, entonces he juntado libros en Francia, libros de cocina. Si alguien venía y comíamos una comida muy especial, después me daba la receta, en fin ha habido como un culto de la comida, en mi casa, y de hecho en la historia de mi familia. O sea que eso viene de ahí. Por otro lado, yo trabajé como periodista en el diario La opinión y yo tenía a mi cargo las recetas. Entonces, muchas veces las tomaba de revistas francesas y les daba un giro, y muchas veces eran buscadas. Por ejemplo, un pescadero que estaba cerca de la Recoleta, un día yo le pregunté cómo preparaba una determinada cosa, y yo después le di el crédito. Y así las recetas para mí eran textos. Pero ahora veo que después apareció en el libro.

Denise: Como oficio de escritura y pensarlo también en Sor Juana escribiendo las recetas.

Tununa: Para mí las recetas son… Y, hay recetarios maravillosos.

Denise: Sí, es hermoso pensarlas como escritura, porque siempre fue necesario, incluso en la transmisión, el papel manuscrito.

Tununa: Exactamente. Yo adoro mucho eso.

Denise: A mí me pasaba con mi abuela, que quería replicar eso que ella hacía, y no me lo decía (lo sabía hacer pero no me lo sabía decir) y entonces yo copiaba y observaba lo que ella hacía.

Tununa: Yo hacía eso con mi mamá. Ella en un libro de recetas, en las partes de atrás me anotó recetas que todavía son fundamentales. El locro como se hacía en mi casa, las empanadas como se hacían en mi casa, porque si no yo no tendría esa noción. Ahora su legado lo tengo yo, porque soy la única que queda. Y de pronto decía: “Y no vaya  ponerle tal cosa, y no vaya a ponerle tal otra” [risas].

Denise: ¿Has tenido una preocupación por la escritura como ese elemento de registro, de lo que se escurre, ya sea de la memoria, o no pensabas y simplemente tu escritura es espontáneamente…?

Tununa: No he pensado, pero sí con los años, de pronto, se me ha planteado hablar sobre algún tema de escritura, incluso un episodio que lo tengo registrado, pero no sé dónde, en relación a cómo sentía yo la escritura, o cómo me sentía en relación con la escritura. Lo voy a buscar. Yo me había llevado de mi casa un adoquín en una bolsa, lo llevé al lugar adonde yo tenía que hablar, que era algo relacionado con una cátedra de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF). De pronto saco de la bolsa el adoquín [va a buscar el adoquín. Se dirige a su computadora y me muestra el texto].

Denise: Es muy interesante.

Tununa: Y éste es el adoquín [risas].

Denise: Justo te iba a leer algo en relación con eso.

Tununa: Lo del adoquín es así como me siento.

Denise: ¿Escribiendo?

Tununa: No, en ese momento. Soy yo.

Denise: Te iba a preguntar si la escritura ha sido una reflexión para vos. Te lo pregunto porque aparece en muchos momentos, en tus textos, la escritura en su dimensión más material, a veces.

Tununa: Sí, pero es espontáneo eso, no es que yo decida que me voy a poner a escribir sobre la escritura, o sobre la lectura, que es lo que estoy haciendo ahora, porque me pidieron un trabajo sobre la lectura. Es decir, puede haber muchos textos en los que yo hablo de la escritura. Es espontáneo, pero no como una temática que yo me haya propuesto como objeto de escritura.

Denise: Te leo un fragmento. (“…la escritura –real, concreta, gráfica y caligráfica– va a circunscribir o marcar o desnudar. El trazo sobre el sentido que se desnuda o se desanda padece de varias soledades y consume la sed de varios desiertos […] los tramos borrados  memorizan el escandaloso desnudamiento: escribir es quitar pieles, descorrer membranas, apartar tejidos y epitelios, desarticular la fusión de letra y sentido, deshacer la escritura para hacerla, rehacerla y deshacerla hasta el infinito de la línea.”; p. 25, “Un recinto blanco y esférico”, en La letra de lo mínimo).

Tununa: Por eso, puede ser que yo haya escrito sobre la escritura, acaso simplemente para generar escritura.

Denise: Esos textos de Narrar después y La letra de lo mínino, ¿son textos que vos decidiste reunir en un volumen?

Tununa: Esos textos los reunió una chica maravillosa. Ella me instó a que yo reuniera textos. Éramos muy amigas.  Ella los compiló. Después yo pensé que se podría hacer un tercero. Pero bueno, les escribí…

Denise: ¿Vos tenés textos sin publicar?

Tununa: Ufff… Un montón. Como para hacer un tercer volumen. Porque era interesante lo que ella planteaba: tener registro de cosas, que incluso se dice dónde fueron dichas, que no fueron hechas para el libro. Todavía no he tenido tiempo de ocuparme, de escribirles. Yo no sé, de pronto me da una flojera. Tendría que tener a alguien que dijera: “Bueno, déjame que yo lea todo tu archivo”, y viera y fuera mirando qué cosas posteriores a esto se pudieran editar. Claro, una especie de lector-editor. Yo soy muy fiaca. Porque estos libros están agotados ya. Bueno, voy a ver si me ocupo, te prometo [se ríe]. Te lo prometo para no ser yo tan fiaca.

Denise: En relación a tradición literaria, a la tradición de la literatura argentina, la figura de Sarmiento que aparece presente en La madriguera, y que es el nombre del maestro de la niña…

Tununa: Y bueno, porque es una casa de una familia de Córdoba, en donde Sarmiento era, justo, porque las abuelas, las maestras, Sarmiento era…

Denise: ¿Tus abuelas eran maestras?

Tununa: Sí, mi abuela era maestra, y además en la escuela de pueblo, rural, era una cosa muy importante el asunto del magisterio. De hecho, yo estudié para ser maestra, fui maestra. Familiarmente la figura de Sarmiento era lo máximo. Cuando yo lo conocí a Noé, cuando empecé a estudiar literatura argentina, bueno, ya entré en otra dimensión de la escritura de Sarmiento, pero hasta ese momento había leído el Facundo, pero en mi casa Sarmiento era tutelar, por decirlo así. Después era una familia con muchos libros y había maestros. Se hablaba siempre de la figura de Sarmiento. Yo recuerdo, por ejemplo, que mi padre era un hombre público. En un momento él era senador o tenía un cargo similar, pero en un momento lo invitan a Valparaíso, porque le iban a hacer un homenaje a Sarmiento. Entonces, ese discurso que mi padre da sobre Sarmiento es el que yo le copio, le plagio. No sé si lo cuento.

Denise: Sí, lo mencionás.

Tununa: Pero era un plagio realmente de una gran honestidad, porque plagiar al propio padre… Era todo un discurso, era muy importante. Después, actualmente, Noé también tiene escritos sobre Sarmiento.

Denise: Claro, uno de los tomos de Historia de la Crítica de la Literatura Argentina es sobre Sarmiento. En relación a la tradición, Sarmiento es fundamental en la literatura argentina, pero también la figura de la pampa, tan presente en el Facundo, por ejemplo. Ambos elementos aparecen en tu escritura, entonces si te parece te leo una cita de tus textos, y me decís qué te dispara. El significante pampa y algunas consideraciones sobre ese término:

“…envolvieron en un haz una perspectiva en redondo, circular como la pampa misma y el concepto de imposible y de lejanía que en ella alienta: ni un alma, ni un alma, en leguas y leguas a la redonda”. O en La letras de lo mínimo, en los fragmentos de diarios de viaje, “Anoche tuve una pesadilla (…) Soñé que me despertaba de una pesadilla y que no podía hablar. La invasión de mudez, que era esa la sensación, se producía en mi cama y en mi pieza de cuando era chica. Quería llamar a mi hermana que dormía en la cama de al lado y no me salía su nombre: Pampa. Me ahogaba de angustia e intentaba decir: papá, mamá. (…) Se me ocurrió pensar en pampa, papá, mamá y estas dos últimas palabras, las de mi origen, me dije, están contenidas en pampa o, mejor dicho, de pampa podrían salir en conversiones sucesivas” (p. 119).

Tununa: Yo justo le comentaba hoy a Noé, porque hace dos años por estos días murió mi hermana, y a ella le decían Pampa.

Denise: ¿Sabés  por qué le decían Pampa?

Tununa: Pampita, Pampa. Pasa en el interior. Mi nombre no es Tununa, y sin embargo tenía un sobrenombre. Todos en mi familia tenían sobrenombres. En Córdoba, Tucumán, sucede eso.

Denise: Me parece que vos hablás de eso en algún momento.

Tununa: Sí, me parece que sí. En algún lado lo digo yo. Pero mi hermana Pampa era cinco años mayor, entonces es impresionante esto que vos ubicás, porque yo no lo recordaba. Y ese vínculo del significante Pampa con mamá y papá, pero es precioso eso. Si estuviera ella viva, se lo podría contar. No me acuerdo cuándo lo escribí. Por ejemplo, yo me encuentro con gente… Ella trabajaba en la Asamblea permanente de los Derechos Humanos, y yo me encuentro con gente de la asamblea y me dicen: “Hola, Pampita, ¿cómo estás?” Me confunden. Somos parecidas. Pero qué bonito eso.

Denise: Está también aquello que sucede como hiato entre la escritura y la lectura, pero yo desde la lectura, además de captar la belleza, podría pensar en el significante ‘pampa’ como origen. Me resultó interesantísimo aquello de que ‘papá’ y ‘mamá’ se contienen en ‘pampa’, como origen de un sujeto, pero también la pampa en tanto figura se constituye como origen de la literatura argentina.

Tununa: Es muy lindo, eso lo tenés que escribir. Es lindísimo. Fijate que yo podría recrear un poco la idea de pampa, porque efectivamente mis abuelos eran toda gente del sur, de la provincia de Córdoba, eran del Departamento de General Roca, muy al sur, casi lindando con La Pampa, y eran llanuras. Y después también mi padre era de la provincia de Córdoba, también de una zona de llanura, es decir que no era gente de la sierra. De ahí que curiosamente ellos buscaban siempre ir a la sierra porque era el lugar que en Córdoba, tener una casa en las sierras, eso siempre existió, y milagrosamente de pronto mi padre pudo, por un juicio (como él era abogado, ganó un juicio) y el cliente le pagó con una casita en Carlos Paz. Y años después lo mismo pasó en La Cumbre. Eran casitas realmente muy elementales, que poco a poco se fueron adecuando. Ahí transcurrió mi adolescencia, en Carlos Paz, y después posteriormente en La Cumbre.

Denise: ¿Veraneaban ahí?

Tununa: Veraneábamos. Después, en La Cumbre, nosotros compramos una casa ahí, cuando volvimos del exilio de México, y yo tengo familiares ahí. Tengo sobrinas, tengo un sobrino, dos sobrinos, un bisnieto de mi hermana, en fin, la familia afincó ahí. Entonces vamos todos los veranos. O sea es la pampa como un trasfondo, pero en realidad nosotros fuimos siempre a la sierra.

Denise: Es interesante pensar que en Córdoba existía como figura la llanura, la pampa, en esas zonas de donde vienen tus padres.

Tununa: Y como un deseo. Ahora, justamente que me lo recordás, lo voy a usar a eso, porque muchas veces, viajando con mi padre, viajando hacia Buenos Aires, me acuerdo que él siempre decía (cada vez que íbamos por la ruta), atravesando la pampa: “Mirá, ese ranchito, qué maravilla, qué lindo lugar para venir a leer”. La imaginación de él de que ahí él iría a leer. Y de hecho, cuando él tuvo esa casita de La Cumbre, ahí los vecinos dijeron: “Su papá venía a leer”. Esto lo voy a escribir yo, porque él se iba de Córdoba a La Cumbre, salía al patio, y ahí se ponía a leer. Y muchas veces, cuando yo era chica, me invitaba a ir a Villa Allende, a un hotelito que había, un hotel que muy de Villa Allende, un viejo hotel, tradicional, y me invitaba para pasar el sábado y domingo para leer. Entonces, él se llevaba un libro, yo me llevaba un libro, y leíamos. Eso lo voy a escribir en mi libro sobre la lectura.

Denise: ¿Vas a escribir un libro sobre la lectura?

Tununa: Es que me pidieron un libro. Hay una colección en la que ya escribió Noé y otros escritores. Es una editorial muy bonita, que hicieron un contrato y todo.

Denise: Claro, eso perfectamente lo podés incluir, como escena de lectura.

Tununa: ¿Cuál es mi desafío? Yo no quiero leer ningún libro sobre la lectura. Noé tiene un libro que se llama La lectura como actividad, y tiene otro libro más sobre la lectura; Piglia tiene un libro sobre la lectura. Y yo no quiero leer nada, porque en este momento en que voy a escribir prefiero ser el adoquín. Si sale una chispa, que salga. Y ahora vos me trajiste esto que me parece muy bonito, porque me parece hablar sobre la lectura como un deseo hacia el lugar que uno quiere para leer. “Qué lindo ese rancho para ir a leer”.

Denise: Qué hermosa escena.

Tununa: Maravillosa.

Denise: Como si hubiese un lugar para ir a leer.

Tununa: Qué bueno que me lo recordás, porque me sirve para incluirlo.

Denise: Hay algo que también tiene relación con el origen, ciertos linajes que…

Tununa: Vos decías Sarmiento. Otro linaje literario en mi casa era Lugones. Lugones se leía muchísimo.

Denise: Era el poeta argentino. ¿O simplemente porque les gustaba?

Tununa: Yo no recuerdo expresamente si me senté a leer Lugones, pero Lugones era el poeta. Era muy valorado, y también era muy valorado Neruda. Te voy a mostrar una foto de 1956, en la que están mi papá y Pablo Neruda.

Denise: Eran amigos.

Tununa: Sí.

Denise: ¿Dónde fue tomada la foto?

Tununa: En Córdoba. Ahora le pedí a Noé que me ayude a ponerlo en el archivo de fotos. Era toda la generación de poetas que pertenecieron a la Generación del ’37 en España, eso era el trasfondo de mi vida familiar, porque yo nací en el ’39, y bueno, ellos fueron muy sensibles a la Guerra de España y todo. Mi padre lo conoció a León Felipe, a Rafael Alberti, todos los escritores que vinieron desde España con la guerra como refugiados. Entonces, ese era el mundo intelectual de mi familia.

Denise: Luego yo pensé en los posibles linajes de tu literatura, es una manera de citar a Piglia, cuando habla de los linajes presentes en los textos de Borges. Vos hablás de la niña de La madriguera, de la cual Berta Zeballos era la tía abuela materna y la tía abuela, también, Manuela  Baigorria. Aparecen en relación a especies de linajes construidos allí para esa niña: Zeballos (Berta Zeballos, tía abuela materna) y Baigorria (Manuela Baigorria, tía abuela). También aparece la novela Callvucurá de Estanislao Zeballos.

Tununa: Sí, porque eran de la familia de Estanislao Zeballos, esos Zeballos que en mi casa se decía: “Zeballos pero con Z”, para ligarse con Estanislao. Mi abuela materna y esta tía Berta eran parientes de esa familia. Por eso esa también era una lectura, era una lectura referente de la familia. Yo mucho después volví a leer eso.  ¿Podrías recordarme la cita en la que menciono Callvucurá de Zeballos?

Denise: El texto dice así: “… y percibí en la manera  en que oía los vientos y las tormentas que venían del horizonte una disposición del alma y del cuerpo: temor y escalofrío, la misma que imponía la escucha del desierto. ‘La pampa se mueve’, parecía percibir también sus oídos, como si el reflejo del malón incendiando los pastizales se disparara como un resorte y la estremeciera” (pp. 104-105). Toda esa atmósfera de pampa y de desierto que proviene del Facundo, del Callvucurá y si se quiere también de La cautiva de Echeverría resuena en los textos. 

Tununa: Me alegro tanto de haber escrito eso yo [se ríe].

Denise: Es que es muy bello, ¿no?

Tununa: Cómo imagino yo a mi tía sentada ahí. Yo justamente estoy escribiendo algo, que justamente Roberto Ferro empezó a leer y me dijo que tenía que seguir, y no he seguido nada. Pero sí, lo voy a retomar. Allí aparece esta tía Baigorria. Por otro lado, por el lado de mi abuela materna eran Zeballos; y por el lado de mi abuelo paterno, los Baigorria, eran del Coronel Baigorria. Bueno, era gente venerada, citada, se decían cosas. Yo por ahí, no sé si cuento que decían que nosotros descendíamos de una india que se llamaba Lichiban. Esas eran las leyendas. Era muy extraño eso porque era como si quisieran, en algún rincón de su estirpe, encontrar la raíz india. Estos Baigorria, que como te digo era gente del sur, ese abuelo mío, que yo no conocí fue senador del Departamento de General Roca, senador provincial. Entonces, estaba muy entretejida la familia con Córdoba, es decir, se vinieron a Córdoba cuando ya las hijas eran normalistas, se habían recibido, ya no se quedaron en el sur. Y esa rama Baigorria a mí me interesa particularmente porque había ese cruce de suponer que tenían un origen indígena.

Denise: Qué interesante eso, porque en realidad querer vincularse a Zeballos con Z responde más, si se quiere, a un linaje que proviene de los blancos, de cierta prosapia.

Tununa: No es que lo dijeran explícitamente, pero esa tía cuando imaginaba que ella estaba sintiendo, yo le atribuía sentir el malón y todo eso, porque a ella yo la vivía como a una persona muy del interior, de la pampa, como una criolla total, con esa fuerza de la pampa. Era maravillosa esa tía. Y la otra tía, que era Berta Zeballos, tenía también sus características, era totalmente distinta. Berta yo creo que fue mi segunda madre. Es la que me llevó a la escuela por primera vez, de la mano. Yo era para ella, de los tres hermanos, la que ella prefería. Yo estuve muy cerca de ella hasta que murió. Ella conoció a mi hijo Oliverio, nos visitaba, era lectora de literatura argentina, le gustaba muchísimo leer literatura. Bueno, y hay muchas otras historias con ella, porque ella hacía sesiones de espiritismo. Jugaba al juego de la copa. Esta tía estaba especialmente dotada para ese tipo de cosas. Era fantástica esa viejita. Bueno, no era tan vieja cuando era como mi segunda madre, pero era tía de mi mamá, o sea que evidentemente era una generación mayor. Yo tengo que seguir escribiendo sobre esas viejas, porque eran maravillosas. Todavía me tutelan. Yo creo mucho en la presencia de esos seres que fueron tan importantes para mí. Digo que me tutelan porque están, es una cosa increíble. Hay gente que es totalmente materialista, pero yo no lo soy totalmente. Soy materialista ideológicamente, pero soy como un espíritu andante.

Denise: Claro, están presentes de cualquier manera, presentes en vos.

Tununa: Por ejemplo, yo sé rituales, cosas. A mi hermana, que no sé cuándo es pero es estos días, voy a prenderle una vela. Voy a tener que comprar una vela. Porque es como me decía una amiga mexicana, que se había muerto un hermano mío, y ella me llamaba, y yo lloraba y lloraba. Entonces, ella me decía: “Prende una vela y déjalo ir”. Me pareció tan impresionante eso. Eso sí yo lo hago, tengo mis rituales secretos. No son públicos. Que venga Noé y me pregunte, es una cuestión mía. No ando contándola, pero a vos sí te la cuento, por ahí te sirve para adornar tu tesis [risas]. Vos hacé lo que quieras con esto que te estoy diciendo. Yo lo tiro al viento y que salga, y que pase por vos, que me parece que sos una persona muy especial.

Denise: Gracias. Yo a lo sumo haré una edición para que quede algo homogéneo.

Otra cuestión que te la leo tal cual la escribí en mis apuntes a partir de las lecturas de tus textos. 

Como el deseo, la memoria también aparece como un elemento sobre el que se insiste establecer un registro, fijar, precisar. Y la escritura viene a ser aquel dispositivo que intenta hacer ese trabajo. Allí, deseo, memoria y escritura podrían quedar articulados.  Inclusive, estas ideas que uno puede pensar a partir de los textos narrativos, pueden verse en los textos (que podríamos llamar ensayos, ¿así los pensaste vos?) de, por ejemplo, Narrar después o

La letra de lo mínimo (En ese libro, en la página p.32, se expresa lo siguiente: “la escritura no es otra cosa que la memoria”, y después sigue, este punto es importante, retomar.). “Las zonas que el olvido despoblaba pedían ponderación y reconocimiento” (p.33). Este aspecto me recuerda a esta idea que había en la generación de intelectuales como Echeverría o Sarmiento, vinculada con poblar el desierto de la pampa con escritura. Acaso el olvido sea ese desierto que hay que construir y poblar con escritura para conformar una memoria que los registre.

 Allí  aparece una reflexión a partir de la cual se puede pensar que existe en tus textos una preocupación por registrar aquello que se presenta como evanescente, acaso tratándose de todo lo que tenga que ver con lo experiencial: el deseo, la memoria, el gusto, los olores. ¿Cómo hacer para que eso quede fijado o registrado en algún lugar? Te doy un ejemplo. 

En un texto llamado “El brillo”, incluido en el libro Narrar después, hay una preocupación a propósito de la dificultad de establecer un registro del gusto, del sabor. No es sino la escritura la que intenta llevar a cabo ese trabajo. Cito:

La secuencia del gusto no se deja atrapar por una escritura propia; no existen signos, como en la música, para registrarla […] y, sin embargo, la perduración de esas oscilaciones en la memoria es proporcional a la fugacidad con que se precipitan las sensaciones hasta borrarse. Es tan entrañable y tan esquiva la marca que dejan

[…]

El texto de la añoranza es arqueología de la infancia –Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos/ pura yema infantil innumerable, madre (César Vallejo)

[…]

Infantil ilusión de poder detener el Eros fugitivo, correr el riesgo de dejarlo ir antes de que deje su huella y cree la necesidad de repetirlo. La templanza de la letra enmascara la avidez del deseo: el texto que rememora suele tener una pátina que la melancolía autoriza, pero se desborda cuando adjetiva [allí viene una cita de Proust]

   […]

Es sobre todo la fugacidad de la sensación, que primero se ha insinuado en la boca para después extenderse hasta colmar el interior de persona, el atributo elegido para encerrar ese instante […] No hay saciedad ni ha habido hambre, sólo el placer encerrado en el círculo de la boca que se expande radial y desespera por asir lo que se fuga. Eso es la literatura. 

 

Tununa: ¿Qué querés que te diga? Yo no voy a poder escribir algo así tan bueno [risas]. Viste que no tengo humildad. Si lo leo en algún lado diría que es un texto muy bueno.  

Denise: A ver si te resuena lo que voy a comentarte. Por un lado yo planteaba este aspecto de la escritura que viene de algún modo a recomponer lo que el olvido se lleva, idea que me recuerda a la generación de Sarmiento, Echeverría, que quería poblar el desierto de la Argentina con textos, con literatura. Pero luego, en En estado de memoria, hay un momento en el que se plantea la idea de que la Argentina se constituye como una especie de totalidad insistente y perturbadora, la Argentina como una saturación: como una sustancia que llena huecos . Más allá del dolor inefable (aunque acá logra expresarse) que uno intenta alcanzar y entender en tiempos de exilio, lo pensaba en términos de tu literatura como una inversión de la idea de la Argentina como desierto o una nada al mejor estilo de Martínez Estrada. El texto dice: “Ese país poca madre que nos había expulsado y sobre cuya situación se hablaba sin parar –el sol no se ponía, no había amaneceres– llenando, por así decir, con la materia argentina todo hueco de la realidad, saturando con pasta argentina todos los agujeros, atiborrando el cuerpo y el alma con esa sustancia que no producía placer, ni buenos recuerdos, que sólo depositaba su cuota de muerte al entrar y salir de la conciencia…”

Tununa: Sí, esa es la Argentina del exilio. El reconocimiento de eso… es mala madre, ¿cómo dice? “Poca madre”.

Denise: “Ese país poca madre”, es interesante es modo de denominarlo.

Tununa: Es muy mexicano eso. “¡Qué poca madre!” Qué bueno eso, yo me había olvidado. Ahí hay una marca de México. Bueno, sí, obviamente, una cosa es la pampa despoblada de la infancia, la adolescencia y de la vida en Argentina. Uno ha ido llenando ese espacio de toda la cultura argentina, con la biblioteca y los escritores; y otra cosa es la Argentina del terror, es decir, la Argentina que uno ve, sí, efectivamente, todo el tiempo pensar en la Argentina. Es un poco lo que nos pasa ahora. Este país de poca madre. Yo el otro día decía que en otro momento diría “vamos”. En aquel momento irse era porque venía la dictadura de Onganía o porque venía la dictadura militar propiamente dicha, la más feroz. Ahora yo decía en broma: “¿Adónde nos vamos?”. En aquel entonces, yo recuerdo que estando en México, decíamos: “Che, ¿por qué no nos vamos a Nueva Zelanda o a Australia?” Es una fantasía de sobremesa. Pero ahora... Es un país ahora complicado, que está bajo la mira de China, bajo la mira de Rusia, pero es un país donde no se habla otra lengua más que el coreano. ¿Nos vamos a ir a ahí? [risas]. Es decir, esa saturación de la Argentina horrible, como en algún momento para los republicanos españoles era España, esa España horrible de Franco, de la dictadura, la Alemania fascista, la Alemania nazi, esos países que de pronto se contaminaron hasta el punto de que no mantenían cierta distancia respecto de esos países, y no elegiría de pronto viajar a Alemania en el momento de la guerra. Es decir, son países que de pronto son malditos. No sé, creo que el momento este de la Argentina hace que este sea un país “poca madre”; que deja a la gente mal, en la calle, que abandona al pueblo y que destruye los recursos. Bueno, podría decir yo “de poca madre” o de “poca patria”, pero no, es de “poca madre”. Uno dice eso cuando echás a alguien. Entonces, es muy duro para la gente. Yo en un año voy a tener ochenta años, Noé tiene noventa, amigas que tienen noventa y uno o noventa y dos, que han pasado toda la historia argentina, con exilios, con historia, que de pronto siempre, a esta altura de la vida les dé una cosa así tan oprobiosa. Es muy injusto que te pase.

Denise: Más aun habiendo visto y vivido ciclos de toda la historia de la Argentina.

Tununa: No sé quién le decía a Noé: “Yo no quiero que mi hijo viva en este país”. O sea que esto es horrible ahora.

Denise: Sí, volvió ese afán de la gente de querer irse. Hace unos años no era así.

Tununa: Hay gente que se fue, en 2001 se fue la gente, los jóvenes, ahora se están yendo también. Escuché que hay gente que se está yendo a Italia. Están haciendo cola en la Embajada Italiana. La gente que está acá, que han emigrado, ya sean bolivianos, peruanos, paraguayos, toda esa gente la está pasando mal. Y yo me preguntaba si no piensan en volver, pero volverse…yo si fuera boliviana, me iría, pero es una cosa muy dura. La verdad es que no te dan ganas. Vos no podés sobrevivir si te seguís alimentando de las cosas… Por ejemplo, hoy Noé me insistía que yo fuera a la inauguración de Filba, porque yo en general declino. Pero no hay que perder la posibilidad de encontrarse con gente; si un amigo presenta un libro, ir a la presentación. Hay que participar porque, si no, la soledad es muy grande.

Denise: Hablando de escenas de lectura hermosas, no sé si recordás que Santiago Avendaño fue un blanco cautivo de los indios, y él escribió memorias de ese momento con ellos, como Baigorria. Lo cierto es cuando él leía –no recuerdo si leía para sí o les leía– porque ya era un niño letrado, lo indios le decían que él “hablaba con el papel”, y me pareció tan bello: “usted habla con el papel”. Estaban viendo a alguien leer por primera vez.

Tununa: Qué precioso.        

 

 

Bibliografía:

Mercado, Tununa (2013) [1988]. Canon de Alcoba, Buenos Aires: Editorial Planeta.

     (2003) [1994]. La letra de lo mínimo, Rosario: Beatriz Viterbo Editora.

     (2015) [1996]. La madriguera, Buenos Aires: Editorial Tusquets.

     (2003). Narrar después, Rosario: Beatriz Viterbo Editora.

Mercado, Tununa, “El adoquín”, texto inédito leído en encuentro en UNTREF.

 

Las imágenes son de Ana Abregú

 





Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

Denise Pascuzzo nació en Buenos Aires, el 4 de enero 1982. Licenciada en Letras por la UBA e integrante del Instituto de Literatura Hispanoamericana. Es investigadora de la Universidad de Buenos Aires, participa en el grupo “Literatura Latinoamericana y visualidad” y en proyectos dirigidos por Gustavo Lespada y Andrea Ostrov. Organiza junto a Silvana Lopez, jornadas de literatura sobre escritores argentinos, que se realizan en el MALBA desde el 2012.